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Nacional 30 de junio de 2020
Compartimos la entrevista al Dr. Salomón Lerner Febres, presidente emérito del IDEHPUCP y parte del Grupo de Trabajo en Bioética del Minsa, para PuntoEdu, en el que comenta detalles del documento técnico “Consideraciones éticas para la toma de decisiones en los servicios de salud durante la pandemia COVID-19”, recientemente publicado.

¿Qué herramientas nos da la ética para tomar decisiones tan trascendentales sobre la vida y la muerte?  ¿De qué manera esta disciplina nos brinda un norte para enfrentar estas circunstancias?

La ética es un valor fundamental. Es la disciplina del deber ser, entiéndase esto como el «deber actuar», porque nosotros, de alguna manera, somos lo que hacemos. Haya pandemia o no, la ética debe guiar las vidas de las personas en la búsqueda de lo bueno, más aún cuando ocurren fenómenos sociales negativos. Estamos en un momento crítico en el cual necesitamos valorar la vida humana. Nos urge reflexionar sobre el sentido de la vida, para qué vivimos y por qué queremos seguir viviendo. En estas circunstancias, la vida ética significa tratar de vencer el mal que nos aqueja, tanto en el sentido de tratar la enfermedad como en la búsqueda de superar la desorganización y la debilidad de los instrumentos que tenemos, problemas que ya no deberían existir en un país que va a cumplir 200 años de emancipación.

«Estamos en un momento crítico en el cual necesitamos valorar la vida humana. Nos urge reflexionar sobre el sentido de la vida, para qué vivimos y por qué queremos seguir viviendo»

¿Cuáles considera que son los principales aportes del documento presentado por el Grupo de Trabajo en Temas de Bioética sobre la toma de decisiones en los servicios de salud durante la pandemia de COVID-19?

Nosotros hemos hecho 17 recomendaciones prácticas sobre el terrible dilema que enfrentan los médicos, que implica elegir a quién dar tratamiento dejando de lado a otros pacientes que pueden morir. Esta es una situación que debe pensarse mucho para que no ocurran situaciones de discriminación y vulneración de derechos. Evitar, por ejemplo, que la edad sea un criterio pragmático para descartar el tratamiento a una persona, sin considerar otras variables. Las recomendaciones que presentamos no son normas obligatorias, sino más bien orientaciones para que los médicos encuentren la decisión “menos mala” en estas circunstancias, analizando cada caso.

Uno de los aspectos centrales del documento es el Anexo 1 que establece criterios de priorización para el ingreso a UCI.  ¿Cómo ha sido el trabajo para definirlos?

Para preparar este anexo, el Grupo de Trabajo ha considerado códigos de bioética y políticas que han seguido otros países. Una vez listo, el documento fue validado por especialistas de la Academia Nacional de Medicina, la Facultad de Medicina de San Marcos, de la Cayetano Heredia, el Colegio Médico. No hemos tratado de legislar sino de establecer un camino para que el personal médico pueda tomar la mejor decisión. Por medio de estas recomendaciones, hacemos un llamado a la conciencia moral y a la reflexión.

Esta es la guía que deberá seguir el personal de salud para priorizar el ingreso de los pacientes a las UCI.
¿Cuáles son las brechas más importantes que usted observa entre las recomendaciones éticas propuestas y su puesta en práctica en el Perú?

Lo más importante que hay que afirmar es que estamos en contexto de catástrofe sanitariaLa gravedad de esta pandemia en el Perú ha sobrepasado, de lejos, los medios que tenemos para prevenirla, combatirla y curarla. Desgraciadamente, tienen que ocurrir este tipo de cosas para que nos demos cuenta de que, desde un punto de vista político y de gestión, hemos ido por un mal camino. La burocracia ha demorado muchos procesos y esto ha costado vidas. No hemos tenido elementos paliativos suficientes, como el oxígeno. Tampoco hemos tenido los medios para detectar los contagios de manera oportuna. No tenemos un número suficiente de profesionales, y muchos médicos y personal sanitario han ofrendado sus vidas.

«Las recomendaciones que presentamos no son normas obligatorias, sino más bien orientaciones para que los médicos encuentren la decisión ‘menos mala’ en estas circunstancias, analizando cada caso»

En un escenario como el que ha descrito, ¿cuál ha sido su principal dificultad, como grupo, para elaborar estas recomendaciones?

Ningún problema en torno a los principios que suscribimos, respetamos y defendemos. El temor es que el país no ha podido responder del mejor modo a esta enfermedad. Esto ha dependido tanto del Gobierno como del incumplimiento de la población a normas fundamentales para evitar la propagación del virus. Sin embargo, tenemos que entender que mucha gente se ha visto obligada a salir a trabajar para poder alimentarse. Esta situación es como un rayo que nos hace ver que, ¡caramba!, hemos crecido económicamente, pero nos falta mucho para ser un país de ciudadanos.

Finalmente, ¿de qué manera la ciudadanía y el sector privado podrán acompañar las recomendaciones éticas presentadas?

Esperamos que la ciudadanía revise el documento y, a partir de eso, apelamos a la buena voluntad de todos para aportar a una mejor convivencia. Confiamos en que se sumen personas y entidades de cierto peso en la sociedad, como los empresarios de diversos rubros o los establecimientos de salud particulares, llamados a no “hacer su agosto” en un momento de gran necesidad de la población. Otro aspecto importante es que el Estado dirija sus acciones a la atención y protección de las poblaciones más vulnerables, como son las personas informales sin ingresos y los pueblos nativos. Lo que ha ocurrido en la selva peruana, Ucayali y Loreto, es realmente penoso. Desde el Estado se debe pensar en cómo transformar las políticas de salud para que no se repita lo que estamos viviendo.

El dato

Descarga aquí el documento técnico Consideraciones éticas para la toma de decisiones en los servicios de salud durante la pandemia COVID-19”.