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Notas informativas 25 de mayo de 2021

En el cuarto episodio de Amigos con Derechos de la presente temporada, se abordó el tema de la corrupción. Se comentó que la corrupción se encuentra culturalmente establecida en prácticas cotidianas; es decir, se trataría de comportamientos inadecuados normalizados, y ante los cuales la ciudadanía se muestra mayoritariamente indiferente. Además, se analizaron los principales retos que enfrentará el próximo gobierno respecto de los grandes casos de megacorrupción en el país.

Para analizar estos temas tuvimos como invitados a Romy Chang y César Azabache, reconocidos abogados penalistas.

Para Romy Chang, un problema principal es la alta tolerancia – prácticamente generalizada – hacia el los actos de corrupción tanto en el ámbito privado como en el público. Como ejemplo examinó el caso de una madre de familia que va a pedirle al profesor que le vuelva a tomar un examen a su hijo que ha salido con baja nota y para convencerlo le envía un “regalito”.

“Quizá en un colegio privado no haya tanta gravedad, pero en un colegio público, a efectos del código penal, es grave porque el profesor es considerado funcionario público y recibir un incentivo para beneficiar a un estudiante es un tipo de corrupción”, explicó.

El abogado César Azabache indicó que el concepto de corrupción se asocia muchas veces a los grandes casos de megacorrupción y no se plantea como procesos de intercambio diario entre las personas. Esto se debe, según explica, a que no tenemos cercana una figura en la que esté representada la moralidad, como, por ejemplo, la figura de un juez. “Si dos vecinos se pelean, para que uno le haga juicio a otro debe ir al centro de la provincia a buscar al juez, que en seis u ocho meses admitirá la demanda”, aseveró. Azabache advierte además que, en términos teóricos, el comportamiento humano tiende a multiplicar sus esferas de interés, creando redes para proteger sus cuotas de ventaja. Es así que la corrupción es la proyección de aquellos intereses.

Para la abogada Chang, que existan conductas socialmente permitidas – o al menos toleradas – no significa que deban ser reconocidas como algo bueno. Explica que las personas buscan justificar sus actos para considerar que no son corruptas. Puso como ejemplo la entrega de una propina cuando hay mucha cola para entrar en un restaurante en el Día de la Madre. Aunque puede estar socialmente permitido que se priorice a las personas mayores para ingresar a un establecimiento, el hacerlo mediante una propina y pasando delante de otros que ya estaba esperando desde antes es también un acto de corrupción. “La corrupción entre particulares es un claro ejemplo, se debe mandar el mensaje de no tolerancia a la corrupción ni siquiera en el ámbito privado”, aseguró.

La tolerancia en este caso, según Azabache, se mueve por curvas evolutivas en el sentido de que cada cierto tiempo se va modificando. Lo que se consideraba antes legal ahora ya es calificado como ilegal. “Hace 30 años era imposible pensar en encontrar actos de corrupción en el sector privado, pero ahora es más que evidente la existencia de tipos y clases de corrupción”, precisó. Otro ejemplo claro es la financiación de los partidos políticos, la cual, si es investigada, puede revelar actos de corrupción que puede involucrar lavado de activos.

Pueden ver el capítulo completo aquí: