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Opinión 26 de julio de 2021

Por: Jorge Lossio (*)

Estamos viviendo en el peor escenario posible para celebrar el Bicentenario. La pandemia de la Covid-19 ha generado cientos de miles de muertos, se ha producido una de las elecciones generales que más ha polarizado en la historia, estamos en medio de una crisis económica y no sabemos aún cuáles serán los efectos sociales y en lo educativo del prolongado encierro al que nos forzó la Covid-19.

La pandemia de la Covid-19 ha hecho evidentes muchas de las limitaciones del modelo neoliberal y las precarias condiciones de vida de muchos peruanos, precariedad que se manifiesta en los ámbitos de empleo, vivienda, transporte y educación. Esta situación ha generado un extendido pesimismo que ha llevado a que los peruanos repitamos que ‘no hay nada que celebrar’ o ‘que nada ha cambiado desde la independencia’.

Sin embargo, en estos 200 años de vida republicana se han logrado importantes avances en materia de derechos humanos, inclusión política y extensión de servicios estatales en salud y educación. Por ejemplo, al momento de la independencia el Perú aceptaba aún la esclavitud, la cual fue abolida durante el gobierno de Ramón Castilla en 1854. En relación con los derechos de las mujeres, en 1908 se ganó el derecho a la educación superior y en 1956 se ganó el derecho al voto.

«Si algo enseña la historia es que los peruanos y peruanas hemos podido superar situaciones de crisis en muchas ocasiones a lo largo de nuestra historia.»

Desde la segunda mitad del siglo XX hemos tenido mujeres congresistas, alcaldesas y ministras y en muchas universidades estudian más mujeres que hombres en este momento. A lo largo de estos 200 años también se han ganado derechos para las poblaciones originarias del Ande y la Amazonía en cuanto al reconocimiento de la propiedad comunal o el derecho a la educación bilingüe. Un hito en este sentido se marcó en 1975 cuando Juan Velasco Alvarado oficializó el quechua como parte de una política más amplia que buscó revalorar el aporte cultural de la población campesina andina y población originaria amazónica.

Aunque en estos doscientos años de vida republicana se ha logrado avanzar en muchos aspectos, quedan muchos temas pendientes aún. Las últimas elecciones generales nos han mostrado lo presente del racismo y el clasismo en el país. Aunque hombres y mujeres tienen formalmente los mismos derechos en el Perú, la pandemia nos recordó que en una sociedad conservadora como la nuestra se asume que las mujeres además de trabajar fuera de casa deben asumir el trabajo de cuidar a los hijos y las tareas dentro de casa. Aunque se reconocen formalmente los derechos de las poblaciones originarias de la Amazonía, esos derechos son violados de forma recurrente. Es decir, los retos pendientes siguen siendo enormes.

La situación crítica que vivimos hoy en día no nos debe hacer caer en la desesperanza, pues si algo enseña la historia es que los peruanos y peruanas hemos podido superar situaciones de crisis en muchas ocasiones a lo largo de nuestra historia.

Supimos salir de la crisis generada a fines del siglo XIX por la Guerra del Pacífico, de crisis producidas por fenómenos naturales como el terremoto de 1970 y el desastre de Yungay, del conflicto armado interno entre 1980 y el año 2000 y saldremos de la crisis producida por la Covid-19.

(*) Historiador por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Director del Instituto Riva Agüero.