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Notas informativas 30 de marzo de 2021

Escriben: Alexander Benites (*) y Aarón Quiñón (**)

Ahora sabemos que es posible contraer un virus sin mostrar síntomas severos y, tras unos días, terminar en cuidados intensivos. Aunque estén infectados, los asintomáticos continúan su rutina sin dificultad y no caen en cuenta de su enfermedad hasta que usan el oxímetro o simplemente ya es demasiado tarde. Con la democracia sucede algo similar. Muchas veces las elecciones son ese instrumento (oxímetro) con el cual medimos los males que las aquejan. Como antes, caímos en cuenta que la democracia peruana es asintomática. Está enferma.

Y es que, antes que un momento de entusiasmo donde celebremos nuestra quinta elección consecutiva en democracia, las elecciones del Bicentenario en realidad reflejan el espíritu de la época: una desafección política sin precedentes. Cerca del 30% del electorado no escogería a ninguna opción de la oferta política y quienes encabezan las encuestas presentan un antivoto de al menos el 50%.[1] Prima el desencanto en medio de una crisis sanitaria, económica y, es importante decirlo, también moral.[2] En este escenario, ¿en qué recaen las posibilidades de la democracia peruana? Despojados del ‘milagro económico’ y vistas sus claras limitaciones,[3] nos ocupamos de dos esferas centrales para la supervivencia del régimen.

Primero, la esfera institucional. Nuestro experimento democrático, al igual que varios en América Latina, forma parte de la denominada “trampa de instituciones de calidad intermedia”, es decir, la continuidad de una democracia mediocre con una capacidad estatal mediocre.[4] Así, nuestro históricamente Estado débil arrastra limitaciones para atender a las demandas ciudadanas e implementar políticas de calidad. Recordemos que la pandemia llegó en plena ola de huaicos y una nueva epidemia de dengue. Nuestro aparato estatal, que no contenía problemas del siglo XX, haría frente a la peor pandemia de la historia.

«Para fortalecer un Estado orientado al ciudadano debemos fortalecer nuestras instituciones democráticas, pero en los últimos veinte años (si no antes), ignoramos esta premisa. En la democracia sin partidos, primó la supervivencia política a corto plazo»

Y mientras el Estado no hizo lo que le correspondía, peor aún, nos vimos servidos rindiendo pleitesía al crecimiento del PBI (que no es lo mismo que desarrollo) y nos esforzamos en ser consumidores o empresarios antes que ciudadanos[5] ¿Para qué un Estado si la medicina está en el mercado?

Para fortalecer un Estado orientado al ciudadano debemos fortalecer nuestras instituciones democráticas, pero en los últimos veinte años (si no antes) ignoramos esta premisa. En la democracia sin partidos primó la supervivencia política a corto plazo[6], antes que mejorar servicios públicos de calidad y un Estado de derecho. Sin el velo institucional, el principal riesgo no solo es continuar con gobiernos inestables, sino también transitar hacia regímenes poco democráticos. Esta es una tendencia que se ha visto acrecentada a nivel global durante la pandemia y sumarnos a ello no se encuentra descartado.[7]

En ese sentido, el riesgo inmediato del retroceso democrático y la descomposición institucional inicia, precisamente, en la campaña electoral. Sobre lo primero, aparecen candidaturas presidenciales y congresales con intereses particulares:[8] corrupción, evasión de la justicia y el bloqueo de reformas cruciales son algunos ejemplos. Sobre lo segundo, la competencia política se encuentra rodeada de discursos abiertamente autoritarios, despreocupados por las instituciones y con nulo respeto por las reglas de juego democráticas. Esto no es cosa menor. Hoy, la erosión de la democracia ocurre desde los mismos gobiernos electos de forma progresiva. Actores personalistas con poco compromiso democrático tienen cabida, se hacen del poder y luego utilizan los propios instrumentos del régimen para liquidarlo.[9]

En un segundo nivel, el fracaso colectivo de la pandemia nos obliga a poner los ojos en otra dimensión: nuestras relaciones sociales y la fragilidad del ejercicio de ciudadanía plena. La apuesta democrática requiere una convivencia de tolerancia y vida en común, pero hoy nos caracteriza más bien la estratificación y la fragmentación. El fortalecimiento de una democracia se sostiene a partir de la experiencia cotidiana y colectiva, pero en una sociedad marcada por las desigualdades, el incumplimiento de la ley y la despreocupación de las élites, el proyecto democrático se ve frustrado. Desde Lima hasta Iquitos[10], los aullidos para privatizar las vacunas antes que seguir criterios epidemiológicos y ‘saltarse la cola’ aprovechándose de los privilegios son muestra del ‘sálvese quien pueda’ como proyecto social agotado. Quien puede, puede, sea con contactos en el exterior, en un ministerio, en una clínica o una dirección regional. Fracasó de Pucallpa[11] a Houston.

Pero estando aún lejos de resolverse el hartazgo hacia las instituciones y los políticos, ¿cómo construir una democracia cuando, además de estar fragmentados, desconfiamos de nuestros conciudadanos, amigos y familias?[12] ¿Qué experiencia común se puede construir cuando la crisis afecta más a las mujeres en trabajos informales y se sobrecargan con las labores del hogar?[13] La frustración de la ciudadanía en el mundo de las ‘fake news’, el desafío a la ciencia y las vacunas, la intolerancia disfrazada de opinión y el ascenso de los conservadurismos autoritarios se muestra como el reflejo de la desconfianza hacia las instituciones y su comunidad política. Las posiciones desde un pedestal moral y técnico carentes de empatía ocultan el principal problema: minimizan demandas que luego se refugian en políticos que brindan discursos y explicaciones a sus problemas y calidad de vida. En la salud y en la enfermedad, un proyecto político común debe velar por el ciudadano, su bienestar, su dignidad y sus lazos sociales.

«Las elecciones del Bicentenario representan un momento importante para el devenir democrático del país. Plantear que en cinco años se puede salir de la trampa de instituciones intermedias, construir un Estado eficiente y una democracia receptiva es poco realista, y menos con la crisis sanitaria que hoy atravesamos».

En suma, las elecciones del Bicentenario representan un momento importante para el devenir democrático del país. Plantear que en cinco años se puede salir de la trampa de instituciones intermedias, construir un Estado eficiente y una democracia receptiva es poco realista, y menos con la crisis sanitaria que hoy atravesamos. No obstante, la posibilidad de retroceder en términos de institucionalidad democrática es un escenario posible. Tras la pandemia, se nos advierte una nueva década perdida en lo económico en América Latina. No esperemos a que nuestra democracia regrese treinta años y desaturemos, esta vez, a pesar de los síntomas.

¿Y qué hacer? Más allá del debate Ejecutivo-Legislativo, miremos a la ciudadanía. Hannah Arendt criticaba que la política sea solo de una élite o, como en el Perú, de unos interesados en el botín del Estado y en la inmunidad al virus… y a la cárcel. Al contrario, frente a la frustración de una oferta política pasmosa y una élite desconectada, Arendt nos recuerda que nuestra libertad -y nuestra democracia- depende de la participación política activa. Hasta el momento, la ciudadanía ha mostrado que puede resistir el descalabro como en noviembre último. Que la Generación Bicentenario no sea solo una marcha, sino el sostén de una ansiada República que hace doscientos años anhelamos. Como diría la bicentenaria abuela Norma y el abuelo Eugenio, para dejar de ser una democracia asintomática, se requiere que todas y todos pongamos el hombro.

(*) Alexander Benites. Politólogo. Asistente de investigación en el Área de Relaciones Institucionales y Proyectos del IDEHPUCP.

(**) Aarón Quiñón. Politólogo. Asistente de investigación del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP) y miembro del Grupo de Investigación sobre Estado y Sociedad (GIES) de la PUCP.

Agradecemos a Daniel Encinas por los comentarios.


[1] IEP (2021). Informe de opinión – marzo 2021. Intención de voto – Elecciones generales 2021.  Recuperado de: https://iep.org.pe/wp-content/uploads/2021/03/Informe-IEP-OP-Marzo-I-2021-final.pdf
[2] The New York Times (2021). El muy previsible circo de las vacunas VIP. Recuperado de: https://www.nytimes.com/es/2021/03/03/espanol/opinion/vacunacion-vip.html
[3] Encinas, D. (23 de setiembre de 2020). El milagro peruano tenía varios demonios. The New York Times. Disponible en: https://www.nytimes.com/es/2020/09/23/espanol/opinion/peru-vizcarra.html
[4] Mazzuca, S. L., & Munck, G. L. (2020). A Middle-Quality Institutional Trap: Democracy and State Capacity in Latin America. Elements in Politics and Society in Latin America.
[5] Vergara, A. (2018). Ciudadanos sin república. De la precariedad institucional al descalabro político. Lima: Planeta.
[6] Levitsky, S. y Zavaleta, M. (2019). ¿Por qué no hay partidos políticos en el Perú?. Planeta.
[7] Con distintas mediciones, ver The Economist Inteligence Unit (2021)  y V-Dem (2021) Disponible en: https://www.v-dem.net/media/filer_public/c9/3f/c93f8e74-a3fd-4bac-adfd-ee2cfbc0a375/dr_2021.pdf
[8] En esta contienda, 7 candidatos presidenciales tienen procesos judiciales por presuntos delitos de corrupción y lavado de activos y 215 candidatos dieron cuenta de antecedentes judiciales.
[9] Levitsky, S., & Ziblatt, D. (2018). How democracies die. Broadway Books.
[10] RPP Noticias (24 de marzo de 2021). Vacunagate en Iquitos: Inmunizan con Pfizer a 66 personas sin que les corresponda, entre ellas, dos alcaldes. Disponible en: https://rpp.pe/peru/loreto/vacunagate-en-iquitos-inmunizan-con-pfizer-a-66-personas-sin-que-les-corresponda-entre-ellas-dos-alcaldes-noticia-1327618
[11] Vacunagate en Ucayali: Contraloría revela presunta inmunización irregular de 110 personas en febrero. https://rpp.pe/peru/ucayali/vacunagate-en-ucayali-contraloria-revela-presunta-inmunizacion-irregular-de-110-personas-en-febrero-noticia-1328119
[12] Tanaka, M. (16 de febrero de 2021) Confianza. Diario El Comercio. Disponible en: https://elcomercio.pe/opinion/columnistas/confianza-por-martin-tanaka-columna-covid-19-coronavirus-vacunas-pandemia-institucionalidad-democracia-noticia
[13] Gutierrez, D, Martin, G. & Ñopo, H. (2020). El Coronavirus y los retos para el trabajo de las mujeres en América Latina [#COVID19 Serie de Documentos de Política Pública, 18]. PNUD.