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Opinión 20 de marzo de 2016

Una hora después, hacia las 9.10 am, otro atentado se produjo en la estación del metro del barrio de Maelbeek, situado cerca de la sede de la UE, produciendo la muerte de 20 personas y 106 heridos, de los cuales 17 se encuentran en estado muy grave. Se trata también de un atentado suicida, el hombre que tenia la bomba la hizo explotar cuando el metro estaba parado mientras los pasajeros subían, a una hora de gran afluencia.

Los atentados han sido reivindicados por el denominado Estado Islámico (EI), en arabe y en francés, declarando que Bruselas ha sido atacada por «soldados de Alá», llevando cinturas de explosivos, fusiles y bombas, porque «Bélgica no ha cesado de combatir el Islam y los musulmanes». El comunicado se termina con amenazas a los «Estados cruzados» aliados contra el EI que vivirán «días sombrios, en respuesta a sus agresiones contra el EI. Lo que espera [a esos países] sera más duro y mas amargo todavía».

Estos atentados suicidas se han realizado cuatro días después  de la captura del terrorista francés Salah Abdeslam, que participó en los atentados del 13 de noviembre de 2015 en Paris et en Saint-Denis que provocaron 130 muertos.

El miércoles 23 de marzo, dos terroristas-suicidas han sido probablemente identificados como los hermanos Khalid y Brahim El Bakraoui, ligados a Salah Abdeslam.

Bélgica ha aumentado su nivel de alerta al máximo, nivel 4, ha cerrado el aeropuerto y ha desplegado cientos de militares en las calles para asegurar la protección de civiles. El duelo nacional durará tres días. El Rey Philippe ha dirigido un mensaje a la nación, dando su pésame a los familiares de las víctimas, y pidiendo al pueblo belga que mantenga la confianza en ellos mismos, su principal fuerza.

Las autoridades francesas, alemanas, británicas, españolas, entre otras, han declarado que estos atentados conciernen todos los países de Europa que han sido nuevamente atacados por la barbarie de los militantes del Estado Islámico. Como en los atentados de Paris, se confirma nuevamente que los terroristas son europeos de origen árabe (del Magreb en particular). El primer ministro francés, Manuel Valls, ha vuelto a declarar que Europa afronta una guerra contra el Estado Islámico y que los controles en las fronteras séran renforzados. Las autoridades europeas deben reunirse esta semana para revisar el marco de cooperación de sus sistemas policiales y militares.

La expansión de las acciones terroristas del EI en Europa complica sobremanera la situación de crísis que se affronta desde que la ola migratoria de refugiados de guerra, sobre todo de Siria y de Irak, ha desestabilizado la capacidad de control y de acogida de cientos de miles de civiles que huyen las guerras en el Oriente Medio pasando por Grecia y por Turquía, puertas de entrada a Europa. En efecto, se sabe que el EI está enviando militantes-suicidas a traves de las olas migratorias, con documentos sirios o irakíes falsos.

El reciente acuerdo entre Europa y Turquía, que acepta recibir migrantes a cambio de apoyo financiero, deberá afrontar este problema adicional, que implica el riesgo de confusión entre los verdaderos migrantes y los terroristas del EI. Lo que es evidente es que Europa no puede acoger a todos los pueblos en guerra, aun cuando el apoyo de los gobiernos y la solidaridad de la sociedad civil europea sea muy importante. Los últimos atentados demuestran que los países europeos deben reforzar seriamente sus sistemas de seguridad y de cooperación pues el período de crísis debida al peligro terrorista islámico será muy largo. De manera paralela, el EI deberá ser desmantelado para lograr el retorno de la paz en el Oriente Medio, en Europa, y en otros lugares del mundo.

Escribe: Mariella Villasante, investigadora asociada del IDEHPUCP