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Opinión 29 de noviembre de 2022

Escribe: Deborah Delgado (*) 

La COP27 en Sharm El-Sheikh, al sur de Egipto, se presentó como un paso fundamental para la implementación de la acción climática global. Dados los numerosos compromisos e iniciativas de diferentes estados, fundaciones y empresas que se dieron durante la COP26 en Glasgow se tenía mucha expectativa sobre algunos resultados como el financiamiento hacia los países y los programas en marcha. Esto es particularmente importante en lo que respecta a bosques tropicales ya que se hicieron declaraciones ambiciosas  de los Estados, se sumaron nuevas fundaciones privadas como el Bezos Earth Fund y se ampliaron coaliciones de empresas y estados como LEAF.

La presencia de actores no estatales ha sido mucho mayor que en otras ocasiones siendo la COP con más inscritos en la historia. Muchos eventos paralelos discurrían en los pabellones enfocados en el agua, la ciencia, la criosfera, animados por diferentes bancos de inversión, países desarrollados y en desarrollo, pueblos indígenas del mundo, y diferentes iniciativas multiactor (Race to resilience) que sucedían en paralelo en 3 grandes espacios dedicados.

En esos espacios, para el Perú fue importante la firma del acuerdo con Singapur  y el desembolso de Noruega, en el marco de la Declaración conjunta de intenciones, de fondos para su implementación, son pasos concretos dentro de procesos largos que permitirán proteger los bosques.

Hay dos logros muy importantes que consigue la COP27 en los espacios de negociación multilateral después de mucha divergencia y de trabajo hasta altas horas de la noche. El primero es completar las guías para la implementación de mercados y otros enfoques cooperativos. Se esperaban algunos resultados que permitan articular estos esfuerzos con miras al Global Stocktake del 2023. En estas guías no se han tomado en cuenta de forma ambiciosa los derechos humanos de las poblaciones afectadas.

El segundo es generar un Fondo de Pérdidas y Daños. Los países vulnerables han estado pidiendo esto desde la Cumbre de la Tierra de Río de 1992. Si bien es un paso significativo aún hay mucho por definir al respecto del rol del fondo.  Esto considerando que, si no se deja el uso de todos los combustibles fósiles de forma rápida, ninguna cantidad de dinero podrá cubrir el costo de las pérdidas resultantes.

Así, los pasos que se han tomado son dignos de ser analizados. Aún queda mucho por hacer para poder respetar los derechos humanos y seguir hacia una política multilateral de responsabilidades claras.

(*)Investigadora asociada en Idehpucp.