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Opinión 12 de febrero de 2018

De acuerdo a la Superintendencia Nacional de Migraciones, el 12 % de los Permisos Temporales de Permanencia (PTP) para personas venezolanas ha sido entregado en el 2017 a niños y niñas. Esta cifra es parcial porque no se cuenta con la información completa de todos los flujos de niños y niñas migrantes. En especial, no sabemos cuántos de los 8,000 venezolanos que ingresan aproximadamente al mes al Perú son niños y niñas, y cuántos de estos viajan con o sin su familia. Y menos sabemos cuántos niños más se encuentran en Perú sin ningún tipo de documento emitido por el Estado para su residencia. Sin embargo, esta primera aproximación muestra un panorama nunca antes visto para el Perú: la migración internacional de niños y niñas.  Ello obliga a pensar en cambios sustanciales en los enfoques tanto de la política migratoria como de infancia.

Pensar una política migratoria desde la perspectiva de la niñez es algo muy novedoso para el país y, en general, para el conjunto de los Estados. Las políticas migratorias se centran en la movilidad de personas adultas y suelen enfocarse, ante todo, en una mirada de control migratorio la cual busca básicamente definir quién entra, quién se queda y quién sale del Estado. No busca desarrollar una política integral de migración que parte de la persona central en este proyecto, el migrante.

Cuando hablamos de niñez migrante, agregamos una variable importante: la condición de niñez. Esta condición obliga los Estados a pensar su política migratoria desde el interés superior del niño o niña, lo cual implica que en cada momento sea este interés el que prime sobre cualquier otro. En otras palabras, la condición de niñez siempre prima sobre la condición de migrante. En esa línea, es fundamental que el Estado peruano haya, mediante el PTP, regularizado la situación de niños y niñas dándole una condición regular absolutamente necesaria para el ejercicio de sus derechos. Sin embargo, el camino hacia una perspectiva centrada en la niñez migrante no solo debe pasar por la adopción de medidas aisladas de carácter temporal sino por una política integral de todo el proceso migratorio. Para ello, es necesario repensar la política migratoria desde la perspectiva de la niñez y sus derechos tales como el derecho a vivir en familia, el acceso a la educación y salud, entre otros tantos. Ello implica también dirigir sus esfuerzos no solo en el desarrollo de instrumentos de política pública sólidos, sino en la promoción de prácticas que garanticen el acceso efectivo a derechos. Un ejemplo muy sencillo puede ilustrar eso último: trabajar para que no haya discriminación en las escuelas en contra de los niños y niñas migrantes.

Frente a esta gran tarea, no solo está la política migratoria sino que la política de infancia tiene un rol fundamental que cumplir. Y es que si la condición de niñez prima sobre la de migrante, la política de infancia debe empezar seriamente a mirar el tema de la migración. En el Perú, la política de infancia no contempla la condición de migrante internacional. Ya es hora de incluir esta condición y promover una política que incluya a todos y todas más allá de su nacionalidad o condición migratoria.

Escribe: Cécile Blouin, investigadora senior del Idehpucp