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Opinión 19 de abril de 2022

Foto: AP

El Perú atraviesa dos flujos migratorios que son comunes en América Latina: de un lado, la población migrante venezolana, que hasta el año 2021 había alcanzado a 1.286.000 personas, convirtiéndolo en el segundo país con mayor llegada de personas venezolanas en la región[1], y, de otro lado, aunque en un número mucho menor -343 personas hasta el año 2019-, la población migrante haitiana que cruza el Perú, buscando un lugar que los acoja. Aunque de nacionalidades distintas ambos grupos de migrantes enfrentan los mismos problemas: han debido abandonar sus países de origen, debido a la crisis económica, política y social y, además, a causa de un desastre, como el caso de Haití. Y también enfrentan las mismas situaciones de vulnerabilidad a lo largo de su trayecto migratorio, como la seguridad alimentaria, la integración en la comunidad de acogida, el acceso a la salud y el empleo, así como un espacio para la vivienda.

Pero no se trata de un problema reciente. El Perú ha enfrentado fenómenos de migración a lo largo de su historia. Solo mencionaré los más recientes; por ejemplo, durante el 2020, cuando cientos de personas buscaron regresar a sus ciudades de origen a causa de la crisis provocada por la pandemia del Covid-19; o durante la década del 80 y 90, a causa del conflicto armado interno, cuando se produjo el desplazamiento de cerca de 600 mil personas que huyeron de sus lugares de origen ante el miedo y la inseguridad del conflicto.

Y es que la migración debe comprenderse en el marco de un concepto más amplio, que es la movilidad humana entendida como la movilización de personas de un lugar a otro en ejercicio de su derecho a la libre circulación. Se trata de un fenómeno social y global que resulta complejo, desde la motivación que obedece a diversas razones, voluntarias o forzadas, los procesos de vida y/o permanencia en los países de destino que resultan inciertos, y que pueden darse por periodos cortos o largos, o, incluso, para desarrollar una movilidad circular[2]. Además, la pandemia ha tenido un fuerte impacto en la circulación de personas lo que ha afectado las condiciones de salud, económicas, sociales y, particularmente, la protección de derechos de la población en situación de movilidad, registrándose delitos conexos como la trata y tráfico de personas, desplazamientos forzados entre otras formas de movilidad voluntaria o forzada.

La movilidad es un concepto reciente que permite comprender de forma más amplia el fenómeno a nivel social y político y como se inserta allí las migraciones forzadas, por razones económicas, políticas o ambientales; qué desafíos plantea para nuestras sociedades, es decir no solo como se inserta la población migrante en términos institucionales sino en términos sociales, desde mecanismos de integración e inclusión, y también las dificultades que acarrea ello, en las sociedades de acogida, donde también se constata procesos de discriminación, desde autoridades políticas y medios de comunicación, que incluso llegan hasta la xenofobia.

Ahora bien, como fenómeno social, la movilidad se convierte en una dimensión de relacionamiento entre ciudadanos y ciudadanas con los mismos derechos de acceso a las libertades de tránsito y circulación, por lo que los gobiernos no solo deben plantear regímenes administrativos para los ingresos, permisos y acceso a los servicios básicos de salud, educación y protección a población vulnerables, sino también pensar cómo acondicionar las ciudades de acogida, es decir los espacios públicos y los servicios, para garantizar los procesos de integración, incorporando el capital humano que traen las personas migrantes, la promoción de un diálogo intercultural entre la población migrante y la población de acogida, y de ese modo, garantizar los derechos de la población migrante, refugiada o solicitante de asilo.

En ese marco, el IDEHPUCP se encuentra preparando el XVII Encuentro de Derechos Humanos que este año estará dedicado a reflexionar sobre los procesos de Movilidad Humana, desde una perspectiva histórica y social, buscando comprender las grandes oleadas migratorias en el país, pero también extraer lecciones de inclusión y/o exclusión de estos procesos en otras partes del mundo. Como siempre, se habilitarán mesas de diálogo para que la comunidad universitaria participe activamente con diversos estudios y experiencias buscando nutrir una reflexión global sobre este fenómeno.


[1] Plataforma Regional de Coordinación Interagencial para la Respuesta Humanitaria a las necesidades de los refugiados y migrantes de Venezuela (R4V, 2022). Plan de Respuesta a Refugiados y Migrantes (RMRP).  Recuperado de: https://www.r4v.info/es/document/rmrp-2022-espanol

[2] Organización Internacional para las Migraciones (2012). Módulo II: Movilidad humana Gestión fronteriza integral en la subregión andina. Recuperado de: https://peru.iom.int/sites/g/files/tmzbdl951/files/Documentos/Modulo2.pdf