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Opinión 6 de junio de 2016

No cabe duda que el triunfo final de PPK se debió, sobre todo, a que asumió con decisión las banderas democráticas y al apoyo de algunos de sus excontendores, como Verónika Mendoza y Julio Guzmán. También el impulso que le dio la marcha de rechazo al fujimorismo del martes pasado. Al mismo tiempo, supo aprovechar los graves errores cometidos por Fuerza Popular en las últimas dos semanas. En particular, en torno a las acusaciones por presunto lavado de activos imputado al actual congresista Joaquín Ramírez. Nos referimos con ello tanto a la tardía separación del legislador de su condición de secretario general de la agrupación política, como al burdo intento de sembrar un audio trucado para desacreditar al colaborador de la DEA, Jesús Vásquez, hecho en el que el expostulante a la primera vicepresidencia por Fuerza Popular, José Chlimper deberá dar una explicación ante el Ministerio Público.

Así, a los aciertos que tuvo Kuczynski durante el tramo final de competencia, las últimas dos semanas fueron claves para ubicar la idea en un sector de la ciudadanía – clave en el resultado final – que con un gobierno de Fuerza Popular se corrían serios riesgos de impunidad frente al narcotráfico, control de los medios de comunicación y, sobre todo, de concentración del poder en una sola mano. A la vez, se recordaba los abusos y delitos cometidos durante la década de 1990, pero también se alertaba sobre el entorno actual de la candidata Fujimori.

Sin embargo, el triunfo ajustado no debiera hacer que, quienes votaron a favor de una opción sin cuestionamientos con su compromiso con la democracia, bajen los brazos en su tarea por consolidar sus banderas de respeto a los derechos fundamentales y al mejor sistema, hasta ahora creado, para gobernarnos en paz.

Existe un amplio sector de peruanos, sobre todo en la zona norte, que privilegia la seguridad antes que cualquier otra consideración, debido a la grave situación producida por bandas organizadas en las capitales de región en dicha parte del país. Resulta importante que el nuevo gobierno plasme una política en esta materia que pueda demostrar que las apelaciones a la “mano dura” no solo son poco principistas, sino que, además, no rinden resultado alguno en la práctica. Resulta importante, por ello, que las fuerzas democráticas apoyen un esfuerzo en esa línea.

Al mismo tiempo, existen aún peruanos que sienten una fuerte exclusión en lo que se refiere al ejercicio de sus derechos básicos, sobre todo, en los aspectos económicos y sociales. El recuerdo de un gobierno donde el Presidente de la República acudía a cada localidad remota – aunque no solucionara, en la práctica, problemas de fondo – para inaugurar pequeñas obras ha sido reactivado por su hija, quien ha hecho, durante los últimos cinco años, una serie de viajes a las mismas zonas en las que el sentenciado expresidente se presentaba. Urge, por tanto, que el nuevo gobierno atienda estas necesidades urgentes, sin dejar de emprender políticas de Estado de mediano y largo plazo.

Asimismo, aún resulta crucial cerrar las heridas del conflicto armado interno que vivió el país entre 1980 y 2000. Desde un sector que apoya a rajatabla al fujimorismo, aún prevalece una visión en la que el expresidente hoy encarcelado fue el único responsable de la pacificación y que su agrupación es la única que defiende los derechos de militares y policías. Resulta indispensable que quienes se encuentran en la otra orilla sean más enfáticos en la defensa de quienes cumplieron con su deber con apego a la Ley, así como de los derechos de los miembros de las fuerzas del orden, a la par de continuar con los procesos judiciales contra quienes cometieron graves violaciones a los derechos humanos.

Finalmente, es indispensable que el nuevo gobierno emprenda políticas integrales en torno a la lucha contra las actividades ilegales. Ello supone que las salidas no solo sean policiales, sino también políticas y sociales. Así, frente a la minería ilegal, resulta indispensable continuar con la distinción entre ilegales e informales, así como brindar alternativas a quienes deberán dejar esta actividad y afrontar la reincorporación a una vida social plena de las víctimas de trata de personas.

Entender las razones de los peruanos que votaron por Fuerza Popular resulta indispensable para que, quienes se encuentran en el lado opuesto, lejos de satisfacerse con el segundo triunfo consecutivo contra el fujimorismo, puedan trabajar para la consolidación de la democracia. Sin duda, el siguiente gobierno tendrá un papel central para ello. Será una de sus tareas imprescindibles.

Escribe: José Alejandro Godoy, asistente de prensa del IDEHPUCP

(Foto: CGTP)