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17 de febrero de 2020

Por: Mariella Villasante Cervello, investigadora asociada en Idehpucp

Los resultados de la elección del 26 de enero han sido extra-ordinarios y sorprendentes. Varios analistas han planteado que los votos han sido muy dispersos y que el Congreso está fraccionado. Por mi parte, pienso que no se han remarcado bien tres hechos centrales: primero, los “partidos” de derecha y de centro-derecha han obtenido un triunfo bastante importante, el Perú se afirma como un país conservador; segundo, el grupo fujimorista Fuerza Popular se ha derrumbado y de 73 congresistas que tenía ha logrado conservar solamente 15 escaños; tercero, han aparecido tres nuevos “partidos” extremistas totalmente marginales o inexistentes en el pasado reciente. Se trata de Podemos Perú, cuyo principal líder es un ex general del ejército acusado de asesinato del periodista Hugo Bustíos [en Ayacucho, el 24 de noviembre de 1988]; luego Unión por el Perú, entre cuyos dirigentes de la sombra está Antauro Humala, que purga una pena de prisión por su participación en el alzamiento llamado “Andahuaylazo” [enero de 2005], que dejó seis muertos; y en fin, el grupo ultra religioso FREPAP fundado por un campesino quechua de Arequipa, Ezequiel Ataucusi, creador de una secta adventista que cree que el fin del mundo está cerca, que ha obtenido más de 8% de votos y 15 escaños en el nuevo y efímero Congreso de 2020-2021.

En fin, debemos destacar que la representatividad de los congresistas elegidos no es tangible pues el ausentismo de los electores ha sido muy importante. En efecto, sobre el total de votos validos [14.798.379, 80,56%], se estima que 25% del electorado habilitado para votar, es decir cerca de 6 millones de peruanos, no ha votado el 26 de enero; 76% de los peruanos en el extranjero tampoco acudió a votar. Más de 60% de los electores emitieron votos inválidos (19%) o votaron por partidos que no tenían ninguna posibilidad de pasar la valla electoral (40%). En resumen, los 130 nuevos congresistas han sido elegidos por 40% de electorado habilitado, la cifra más baja en la historia reciente del país (ONPE, El Comercio del 10 de febrero de 2020[1]).

¿Cómo comprender esos hechos que transforman la escena política peruana?

Antes de comenzar debo hacer dos precisiones sobre los términos utilizados: como en el resto de América latina y del mundo, los “partidos” políticos atraviesan una profunda crisis de confianza de parte de la sociedad civil que se siente poco representada por ellos. En el Perú, los “partidos” son muy frágiles y carecen de programas políticos dignos de ese nombre. Ese proceso de desestructuración ha comenzado en 1968, con el golpe del general Velasco, se ha profundizado durante la guerra interna, y se ha ahondado todavía más durante el régimen de Fujimori (1990-2000). Por lo tanto, prefiero usar el término “partidos” entre comillas, para recordar que se trata sobre todo de grupos políticos de personas que defienden (sin mucha coherencia ni convicción) posiciones conservadoras (derecha y centro) sobre la sociedad, posiciones de reforma y de cambio social (izquierda), y posiciones extremistas de derecha o de izquierda (populismo, autoritarismo), y también, gran novedad en el país, posiciones ultra religiosas o fundamentalistas.

La primera hipótesis que me gustaría plantear en esta nota es que los últimos resultados electorales son el producto de la lucha contra la corrupción que ha emprendido desde 2018, con mucho coraje y esfuerzo, el presidente Martín Vizcarra y los honorables jueces del Equipo especial Lava Jato, Rafael Vela y José Domingo Pérez, sin olvidar los distinguidos periodistas de investigación de IDL-Reporteros, dirigidos por Gustavo Gorriti. Gracias a la acción sistemática de develamiento de los enormes actos de corrupción asociados a la empresa Odebrecht y OAS, y gracias a la tenacidad de todos los funcionarios judiciales y de las fuerzas del orden que contribuyen a desbaratar la corrupción, los principales responsables políticos, en particular Keiko Fujimori, están en prisión preventiva, y otros seguirán en los próximos meses. Es ese largo proceso de justicia que ha llevado a la caída ineluctable del “partido” fujimorista que tanto daño ha causado al Estado y a la nación peruana.

Segunda hipótesis, desde la elección presidencial de 2016, el país estaba entrampado políticamente e institucionalmente por la obra obstruccionista de los nefastos congresistas fujimoristas. La caída progresiva pero ineluctable de las redes mafiosas enquistadas en el Congreso peruano ha incentivado dos procesos paralelos: por un lado, la emergencia de una nueva conciencia ciudadana que, ante la debacle y el desorden, ha buscado los referentes de mayor estabilidad que propone la corriente conservadora de la sociedad representada por los partidos de derecha tradicional como Acción Popular, y otros grupos de derecha y/o de centro derecha (Alianza para el Progreso [Omar Chehade, César Acuña]; Somos Perú [Rennan Espinoza], Partido Morado [Julio Guzmán, Alberto de Belaunde]. Esta corriente es mayoritaria en el Congreso que se acaba de elegir en el país. Tomando en cuenta la repartición de escaños, esos cuatro grupos políticos reúnen 67 congresistas de derecha y de centro-derecha.

Por otro lado, la debacle de la corriente fujimorista, que ha perdido toda credibilidad y, en consecuencia, su preponderancia clientelista, ha producido la dispersión de sus ex electores entre los nuevos grupos populistas de tendencia autoritaria y anti democrática. Los escaños de grupos populistas se distribuyen del modo siguiente: Fuerza popular [Martha Chávez, 15 curules]; Unión por el Perú [José Vega, Antauro Humala, 13 curules]; y Podemos Perú [Daniel Urresti, 11 curules]. En total suman 39 congresistas. En fin, un grupo de ultra religiosos, el Frente popular agrícola del Perú (FREPAP), ha obtenido 15 escaños. Si es posible considerar que los neo populistas podrían llegar a constituir una bancada, estarán siempre en minoría; y dado el carácter sectario y marginal de los miembros del FREPAP, será muy difícil que puedan establecer alianzas sólidas en el nuevo Congreso. En ese marco, un solo grupo de izquierda ha logrado pasar la valla electoral, Frente amplio liderado por Marco Arana [9 escaños].

Resultados de las elecciones extraordinarias de enero de 2020

Grupos/DirigentesPosicionesN° votosPorcentajeN° escaños

Acción popular

Mesías Guevara, Mónica Saavedra

Derecha tradicional1.518,17110,2625

Alianza para el progreso

Omar Chehade (César Acuña)

Derecha1.178,0207,40%22

Fuerza popular

Martha Chávez

*Populista extrema derecha1.081,1747,31%15
FREPAP

Wilmer Cayllahua (Jonás Ataucusi)

Ultra religioso

[secta escatológica]

1.240,0848,3815

Unión por el Perú

José Vega (Antauro Humala)

*Populista autoritario1.001,7166,77%13
Podemos Perú

Daniel Urresti

*Populista autoritario1.240,7168,3811
Somos Perú

Rennan Espinoza (Alberto Andrade)

Centro derecha895,7006,05%11
Partido Morado

Alberto de Belaunde

(Julio Guzmán)

Centro derecha1.095,4917,40%9
Frente amplio

Enrique Fernández (Marco Arana)

Izquierda moderada911,7016,16%9
Total 130

(Fuente: ONPE, 17 febrero de 2020, RPP y Andina)

El partido FREPAP: ultra religioso e invasor de los territorios amazónicos

El FREPAP representa el ala política de la Asociación evangélica misionera Nuevo Pacto Universal [AEMINPU], una secta evangélica fundada en 1968 por Ezequiel Ataucusi Gamonal, un campesino quechua de Arequipa. Es una secta pues es un grupo minoritario de inspiración adventista, que mantiene una dirección muy jerarquizada y un control estricto de la vida individual y social de los miembros. Este evento ha sido evocado por el padre Manuel Marzal [que fue mi profesor en el área de antropología de la PUCP, y que recuerdo con mucho afecto], destacado especialista de la antropología religiosa en el Perú; y, de otro lado, ha sido objeto de al menos dos estudios en profundidad realizados por los antropólogos Juan Ossio (2015[2]) y Carlos Ernesto Ráez (2016[3]). Sin poder entrar en los detalles de esos trabajos académicos, quisiera explicitar tres puntos que me parecen importantes para comprender la emergencia de esta secta politizada en la escena política peruana.

Israelitas en Puerto Sira (Huánuco) (Servindi, enero 2020)

  • En primer lugar, debemos notar que el surgimiento del FREPAP explicita el avance poco conocido de las iglesias no católicas en nuestro país. En 2002, Marzal[4] escribía que según el censo de 1993, los evangélicos representaban 7,3% de la población peruana, en tanto los católicos eran 88,9%; en ésa época las sectas estaban incluidas en el rubro “evangélicos”, en 2017 se adoptó otra categorización religiosa como veremos pronto.

El Censo nacional de 2017 ha establecido que el total de la población peruana es de 31’237,385 personas; y 74% (23’196,391) tienen más de 12 años. En ese marco, 76% de peruanos de más de 12 años son católicos (17’635,339). En 2007 81% de peruanos eran católicos (INEI, Perfil sociodemográfico, agosto de 2018[5]: 231 y sqq.).

Los evangélicos son actualmente 14% de la población de más de 12 años (3’264,819); los que tienen “Otra religión” son solamente 4,8% (1’115,872), sin embargo no sabemos cual es la repartición de los neo evangelistas (cristianos, adventistas, Testigos de Jehová, Mormones e Israelitas, la secta de Ataucusi), de los adherentes a las otras dos religiones monoteístas (Judíos y Musulmanes) y de los Budistas. La inclusión de religiones tan diferentes en una sola categoría no me parece pertinente, se habrían debido recoger datos de cada religión. En fin, una novedad interesante del último censo fue el aumento de los peruanos que no tienen “Ninguna” religión, que han pasado de 2,9% de la población en 2007 a 5,1% (1’180,361) en 2017.

Veamos algunos detalles. Si de manera general las iglesias de inspiración protestante pueden englobarse en la categoría de “evangélicos”, los especialistas distinguen los grupos evangélicos tradicionales de las iglesias que no reconocen la divinidad de Jesús; Marzal las denomina iglesias escatológicas, y, como noté antes, en el Censo de la población de 2017 son incluidos en el rubro “Otras religiones”.

Marzal considera que se pueden identificar cuatro tipos de iglesias evangélicas: (1) las iglesias transplantadas que proceden de la reforma protestante del siglo XVI, que se han formado por la emigración (iglesia luterana y calvinista), además de la iglesia anglicana de Gran Bretaña. (2) En el Perú, las iglesias evangélicas se introducen a partir de Estados Unidos al final del siglo XIX; en 1922 nace la Iglesia evangélica peruana a partir del trabajo de misioneros metodistas, presbiterianos y bautistas. Todas predican la necesidad de la conversión personal, viven en comunidades, tienen una ética puritana y hacen proselitismo. (3) A inicios del siglo XX, entre los evangélicos de Estados Unidos nace la corriente “pentecostalista”; en la iglesia católica se conoce como “renovación carismática”. Al Perú llegaron varias de estas iglesias y otras nacen en nuestro país; todas creen en un pentecostés continuo y en un Espíritu santo que sana las enfermedades. (4) Finalmente, a inicios del siglo XX llegan al Perú las iglesias escatológicas: Adventistas del Séptimo Día, Mormones, Testigos de Jehová, que comparten la inminencia del fin del mundo. Sin embargo, a pesar de su inspiración cristiana y de su culto a Cristo, los católicos, evangélicos y pentecostales no los consideran cristianos porque no aceptan la divinidad de Jesús. Es por ello también que en el Censo de 2017 aparecen incluidos en el rubro “Otras religiones”. Al inicio, los adventistas se establecieron en la costa sur y en Puno (2002: 34-37); luego llegaron masivamente a la selva peruana. En 2017, entre 6% y 8% de peruanos de “otra religión” viven en Tacna, Puno, Moquegua, Callao, San Martín, Madre de Dios, Arequipa y Lima (INEI 2018: 244).

En ese contexto, aparecieron lo que Marzal llama las “nuevas religiones autóctonas”, entre las cuales se encuentra la Misión israelita del Nuevo Pacto Universal, o israelitas; influenciada por el mesianismo andino y las creencias escatológicas adventistas. En efecto, Ezequiel Ataucusi se hizo adventista y declaró tener una revelación, según la cual “Dios lo eligió para anunciar el fin del mundo y para firmar, por medio de él, otro pacto universal con la humanidad. Ataucusi es considerado por ello como nuevo Cristo y encarnación del Espíritu Santo. El culto sigue al pie de la letra el calendario festivo del Antiguo Testamento (el ofrecimiento del holocausto y las tres grandes fiestas de los Ázimos, de las Semanas y de los Tabernáculos). Guardan el sábado y su ética se basa en el Nuevo Testamento en su versión más puritana.” Según Juan Ossio (El Comercio del 27 de enero[6]), en los años 1980, Ezequiel y sus seguidores habían fundado centros bíblicos en la mayoría de provincias del país. En todos los lugares donde se han implantado, los seguidores han adoptado una adhesión fundamentalista a las prácticas del Antiguo Testamento, incluyendo el aspecto exterior (cabello y barba largos, túnicas, cabellos cubiertos de las mujeres (Arce, Somos del 30 de enero). Lo cual los acerca a los fundamentalistas islamistas [salafistas], que pretenden vivir “como en los tiempos del profeta Mohammed”.

Dirigentes de la secta israelita con Juan Ataucusi [túnica celeste] en una cena del Templo de Huarochirí (Álvaro Arce, Somos-El Comercio, 2015)

Manuel Marzal (2002: 43-44) remarcaba también que los Israelitas promovían el “desarrollo cooperativo y la participación política con un partido propio, habiendo sido Ataucusi dos veces candidato a la presidencia del país”; además, “impulsan la colonización de la selva en pueblos integrados solo por ellos, donde esperan el inminente retorno del Señor”; en fin, se han extendido en Colombia, Ecuador y Bolivia.

  • En segundo lugar, el fundador de la secta israelita, Ezequiel Ataucusi, se ha interesado desde el inicio en hacer proselitismo entre los campesinos quechua pobres que llegaban a la selva central para buscar tierras agrícolas, imaginando o creyendo en la propaganda oficial de ese entonces, bajo la presidencia de Belaunde, que declaraba que la “selva está vacía”. La expansión inicial se realizó a partir del pueblo Palomar Sanchirio de Chanchamayo (Satipo, Junín). En ese marco, Ezequiel inventó la ideología de las “fronteras vivas”, que traduce la necesidad de colonizar los territorios “vacíos”, sin propietarios, para encontrar la “tierra prometida”.

Es evidente que ese proyecto colonizador niega o minimiza la existencia de territorios nativos (en la selva central: ashaninka, yanesha y nomatsiguenga) y no respeta el equilibrio ecológico de los bosques pues para fundar sus pueblos colonos los Israelitas incendian miles de hectáreas de bosque primario. Esta situación ha valido a los Israelitas muchos conflictos con las comunidades nativas y con colonos residentes, razón por la cual apareció rápidamente la necesidad política de encontrar bases legales para obtener tierras reglamentariamente. Esta situación nos lleva a plantear que los Israelitas fundaron el FREPAP para obtener tierras agrícolas tituladas, es decir, instrumentalizaron la creencia religiosa inventada por Ezequiel Ataucusi para obtener bienes materiales. Las invasiones de tierras, la desforestación, la extracción ilegal de madera han sido denunciadas por varias organizaciones nativas de Loreto (Servindi del 27 de enero[7], y del 29 de enero[8]].

El analista Roger Rumrill ha denunciado también los aspectos nefastos de la fuerte presencia de colonos israelitas en las regiones de Pevas y Caballococha, capital de la provincia de Ramón Castilla (Loreto), centro del tráfico de drogas en la frontera del Perú, Colombia y Brasil (Servindi del 11 de febrero[9]). En esta zona hay muchas autoridades que pertenecen al FREPAP (el alcalde, un consejero y seis regidores, además de dos ex alcaldes elegidos en 2003 y 2010). Caballococha es además una zona de narcotráfico importante; en 2014 el Estado la declaró en estado de emergencia para luchar contra los sembríos ilegales de coca. En 2015, el periodista Álvaro Arce escribió en la revista Somos de El Comercio que la policía brasileña había detectado en 2013 que los Israelitas poseían o trabajaban en plantaciones de coca y en laboratorios clandestinos. Por su parte, el jefe de DEVIDA de la época, Alberto Otárola, declaró que los Israelitas se habían establecido como “el grupo socioeconómico más importante de la provincia de Mariscal Castilla. Están presentes en toda la cadena de producción del narcotráfico: siembra ilegal, preparación de pasta básica o clorhidrato de cocaína y lavado de activos.” (Alvaro Arce, Somos-El Comercio, 2015 y 30 de enero de 2020[10], ver también Renzo Anselmo[11]). Esos hechos son graves.

Pero hay otros hechos graves que nos llevan a preguntarnos como es posible que los Israelitas hayan obtenido una inscripción legal en la ONPE. En efecto, en 2015 el Ministerio de la Mujer informó que 36 niños y adolescentes fueron rescatados de una comunidad israelita en Madre de Dios. Se supo que ellos no estudiaban, vivían en malas condiciones sanitarias e incluso habian sufrido abusos sexuales. El caso fue estudiado por el fiscal de la nación de esa época, Carlos Ramos Heredia. El FREPAP presentó ademas tres candidatos con sentencias y procesos judiciales. En fin, uno de los hijos de Ezequiel fue detenido en 2002 por tenencia ilegal de armas en Ayacucho (La República del 27 de enero de 2020[12]). A pesar de esos hechos delictuosos la secta-partido logró participar legalmente en las elecciones y obtener 15 escaños.

  • En tercer lugar, hay que destacar que, como todas las sectas evangélicas en América Latina, la secta creada por Ataucusi, una de las “nuevas religiones autóctonas”, ha entrado en la política nacional peruana con el objetivo de obtener bienes y beneficios para su comunidad, dejando completamente de lado el bien de la nación peruana y las prioridades de nuestra sociedad. En particular la lucha contra la corrupción, contra el narcotráfico, y contra la pobreza en general.

Por ello tienen una agenda delirante, no solo anti democrática, sino también obscurantista y retrógrada; en efecto, según sus estatutos, se reconocen como un partido “teocrático, nacionalista, tahuantinsuyano, revolucionario, agrario-ecologista, de larga base e integracionista” (Servindi del 27 de enero). La mención del Tahuantinsuyo explicita el fondo mesiánico andino que retoma las construcciones sociales asociadas al retorno del imperio de los Inca. Ezequiel habría evocado el hecho de que cuando recibió su revelación de la Santa Trinidad, se le confió la misión de difundir los mandamientos a las “cuatro partes del mundo”; y cuando este mensaje llegue efectivamente a esas “cuatro partes” el mundo se acabará (Guillermo Flores, El Comercio del 29 de enero).

América TV denuncia cautiverio de niños en Madre de Dios, 2015 (Israelitas realizando un rezo)

¿Porqué se eligió un pez como símbolo del grupo político FREPAP? Según un documento de propaganda[13], el pez representa el cristianismo pues ha sido citado varias veces en los evangelios como símbolo de abundancia (Jesús realizó el milagro de la multiplicación de los peces). De ello se infiere que con el FREPAP el Perú no conocerá más el hambre ni la pobreza y que todos serán ricos. Este slogan de propaganda altamente demagógico parece ser aceptado por cientos de miles de personas pobres.

Un pez, símbolo del grupo político FREPAP

¿Cuál es la ética de la secta/partido? Como otros grupos fundamentalistas cristianos o musulmanes, FREPAP pretende imponer una ética y una moral anacrónica y obscurantista que rechaza los valores de la modernidad republicana, en particular la igualdad entre los sexos, la defensa de los derechos de las mujeres, la lucha contra la violencia de las cuales son víctimas, así como otras demandas de protección de sectores reducidos y marginalizados en la sociedad conservadora peruana. Su posición hostil ante los miembros de los pueblos originarios de la Amazonía es contraria a los avances de la modernización social realizados por la sociedad peruana, y al reconocimiento de parte del Estado de la legalidad de la defensa de los territorios ocupados por dichos pueblos, o por campesinos que tienen orígenes y creencias distintas.

  • Finalmente hay que resaltar el hecho que la muerte de Ezequiel Ataucusi en 2000 ha abierto una grave crisis de sucesión tanto en la dirección de la secta escatológica, como en el seno del partido FREPAP. Los periódicos están dando cuenta en los últimos días de las fuertes luchas intestinas entre los hijos de Ezequiel: Jonás se declara sucesor legítimo, pero su hermano Juan reclama también ese puesto, y la hermana Raquel acusa la familia materna Molina de intentar apropiarse de la dirección de FREPAP (La República del 9 de febrero[14]). Manuel Marzal recordaba ese rasgo constante en las sectas evangélicas: su tendencia constante a la división. Es evidente que la entrada de una dinastía de dirigentes de una secta escatológica en el Congreso peruano suscita y seguirá suscitando luchas entre facciones que tienen la firme voluntad de adquirir más poder y más influencia para beneficiar a su comunidad, no a la sociedad peruana en su conjunto.


Reflexiones finales

Es preciso adoptar una postura extremadamente vigilante ante la presencia de grupos populistas de extrema derecha y de la secta-partido de FREPAP en el Congreso de la República del Perú hasta las elecciones generales de abril-julio de 2021. Sabemos que esos grupúsculos que logran acceder a instancias estatales como el Congreso y que representan los sectores marginales de la sociedad, extremistas, populistas, y fundamentalistas — que invocan Dios para justificar sus apetitos terrenales —, se han vuelto muy numerosos en América Latina [el caso de Bolsonaro en Brasil es paradigmático de esta evolución] y en el resto del mundo, incluyendo Estados Unidos y Europa; y también otros países con gobiernos autoritarios como Rusia y Turquía.

Vivimos en efecto un periodo histórico muy preocupante por el retorno y la expansión de posiciones extremistas y de creencias retrógradas que muchas sociedades humanas del pasado y del presente adoptan como “antídoto” contra la crisis económica y el desorden mundial. Es la realidad inquietante que nos toca enfrentar y que debemos denunciar, en defensa de los valores republicanos, democráticos y de defensa de los derechos humanos y de los derechos cívicos, en especial de aquellos de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad, los pueblos originarios amazónicos, las mujeres y los niños.

Por fortuna, la secta-partido del FREPAP ha obtenido solamente 15 escaños y es probable que las fechorías que han perpetrado en el pasado (invasión de tierras, narcotráfico, maltrato de niños), aunadas a sus luchas intestinas actuales los lleven a una implosión en los meses que nos separan de las elecciones generales de 2021. No obstante, en la coyuntura actual, nos incumbe y nos incumbirá también el deber ciudadano de participar más activamente en la defensa de los valores de la democracia y del progreso social en nuestro país.


[2] Ossio, Ezequiel Ataucusi Gamonal y el mesianismo en los israelitas del Nuevo Pacto Universal, Lima: Fondo editorial de la PUCP.
[3] Ráez, Liderazgos y legitimación: la organización y la congregación israelitas (2001-2014), tesis de licencia en antropología, UNMSM. Ver el repositorio de tesis : http://cybertesis.unmsm.edu.pe/handle/cybertesis/4987
[4] Ver Manuel Marzal, Categorías y números en la religión del Perú hoy, in La religión en el Peru al filo del milenio, Lima: Fondo editorial de la PUCP, ver también: https://books.google.fr/books?id=NAr3zPSnv34C&printsec=frontcover&hl=fr#v=onepage&q&f=false