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14 de diciembre de 2021

En este mes de diciembre de 2021, diversos organismos internacionales constatan que la pandemia de Covid-19 ha amplificado en modo dramático las desigualdades sociales y económicas en todos los países del mundo, ahondando las brechas entre los grupos opulentos y los grupos indigentes. Esta situación es muy preocupante en los países de América Latina, Medio Oriente y África del Norte, que representan las regiones con mayor desigualdad en todo el mundo. En esta nota presento las principales conclusiones sobre este tema expuestas en el Informe del Laboratorio de las Desigualdades del Mundo 2022, dirigido por los economistas Lucas Chancel, Thomas Piketty, Emmanuel Saez y Gabriel Zucman (Ecole d’économie de París, Paris School of Economics), publicado el 7 de diciembre (Le Monde del 8 de diciembre). Luego aportaré algunos datos presentados por la CEPAL sobre la situación económica en América Latina y en el Perú en este periodo de pospandemia que debe extenderse durante uno o dos años.

Informe del Laboratorio de las Desigualdades del Mundo[1]

Este informe es el fruto del trabajo de una centena de economistas de todos los continentes, que examinan la situación de más de doscientos países y que completa el primer informe publicado en 2017, inspirado por el libro El capital en el siglo XXI del economista francés Thomas Piketty. Según los analistas, los excesos de la mundialización financiera explican en gran parte el aumento de las desigualdades en las últimas décadas. No obstante, las desigualdades no son una fatalidad, no están determinadas por la situación geográfica o por los niveles de desarrollo, sino que dependen de las decisiones políticas adoptadas en las áreas de los impuestos y de las políticas públicas. Veamos las conclusiones más significativas.

  • Las desigualdades tienen niveles históricamente elevados en todos los países examinados. En promedio, 10% de las personas más ricas del planeta captan 52% de los ingresos mundiales; en cambio 50% la población comparte 8,5% de esos ingresos. Estos resultados han cambiado poco desde los inicios del siglo XX, época del apogeo del imperialismo occidental. Eso implica que las desigualdades heredadas de la organización de la producción de fines del siglo XIX impregnan las sociedades hasta el presente. Además, si desde hace 30 años las disparidades entre las naciones han disminuido, las desigualdades entre ricos y pobres que existen en el seno de casi todos países se han profundizado. Y esta situación explica la evolución mundial de las desigualdades.
  • El modelo social europeo es más protector que el de Estados Unidos. Europa occidental es la región más igualitaria del planeta, a pesar de que subsisten diferencias entre los Estados miembros de la Unión Europea. En efecto, es la única región en la cual las clases medias ganan una parte de ingresos más elevados que el 10% de las personas más ricas; es decir 45% contra 36%. En cambio, en los Estados Unidos la relación es de 41% contra 46%. El modelo europeo construido después de la Segunda Guerra Mundial tiene servicios públicos igualitarios y una tributación progresiva, lo cual ha protegido eficazmente las clases medias. En cambio, en los Estados Unidos, la desregulación fiscal, la privatización de servicios públicos y la disminución de los impuestos iniciada por el presidente Reagan han hecho crecer las desigualdades entre las clases sociales.
  • El Medio Oriente y el África del Norte y América Latina son las regiones más desiguales del planeta. En el Medio Oriente, y en África del Norte, el 10% de las personas más ricas captan 58% de los ingresos; en América Latina el índice es de 55%. Esta situación de gran desigualdad se explica por la presencia de sociedades duales, donde una élite económica y política disfruta de niveles de prosperidad cercanos al de los países del Norte, vive al lado de una mayoría de ciudadanos que sobrevive en situación de pobreza y de pobreza extrema.
  • Las disparidades del patrimonio (bienes inmobiliarios, cuentas bancarias, activos financieros) son más importantes que las diferencias de ingresos. Hoy en día, la mitad de la población mundial más pobre posee solamente 2% de la riqueza de los hogares; en cambio 10% de los más ricos captan más de 76% de la riqueza. Las clases medias detienen en promedio 22%. Esas disparidades son muy significativas en América Latina, en Medio Oriente y en África del Norte, donde 10% de los hogares más ricos concentran 77% del patrimonio nacional. Además, en Brasil [y en todos los países latinoamericanos], así como en África del Sur, la situación de desigualdad explicita la persistencia de sistemas sociales y económicos extremadamente jerarquizados heredados del pasado colonial y del apartheid [segregación racial]. Las jerarquías fundadas en la ideología de la “raza”, portadora del racismo y de la discriminación, juegan en efecto un rol central en nuestras sociedades poscoloniales.
  • La crisis debida a la pandemia de Covid-19 ha sido beneficiosa para los multimillonarios. En efecto, desde 1995, los multimillonarios (1% de los ricos) han captado 38% de las riquezas creadas adicionalmente, en cambio la mitad de los grupos más pobres han captado solamente 2%. Según Lucas Chancel, esta tendencia ha sido acelerada por la pandemia, en 2020; los millonarios han obtenido una ganancia de patrimonio de 3,600 miles de millones de dólares [3,178 miles de millones de €]. Es decir, el equivalente de los gastos anuales en salud de todos los Estados del mundo.
  • Persiste una transferencia preocupante de las riquezas nacionales a los sectores privados. Esta es la otra cara de las desigualdades. Desde hace 40 años los países han aumentado sus riquezas, pero sus gobiernos se han empobrecido porque una parte importante del patrimonio nacional ha sido entregada a grupos privados. Además, muchas empresas estatales que obtenían beneficios importantes han sido privatizadas. En fin, la pandemia ha reducido los ingresos nacionales y ha aumentado el endeudamiento de los Estados [compra de vacunas, distribución de dinero a los más vulnerables, apoyo a la recuperación económica], lo cual ha acelerado esta tendencia al empobrecimiento estatal.
  • Las mujeres reciben solamente 35% de los ingresos salariales mundiales. Las desigualdades laborales entre los hombres y las mujeres tienen múltiples facetas; para medirlas, los autores del Informe se han concentrado sobre las diferencias de los salarios. De ello resulta que, en promedio, a nivel mundial las mujeres reciben 35% de ingresos y los hombres 65%. Ha habido progresos en Europa y en Estados Unidos (38%) impulsados por nuevas leyes laborales. En cambio, en los países de Medio Oriente, el África del Norte y América Latina las mujeres ganan solamente 15% de los ingresos globales y los hombres 85%. Además, en esos países [donde la dominación masculina es significativa], las mujeres trabajan sin remuneración (en tareas domésticas) más de cinco horas por día, en cambio los hombres se ocupan de esas tareas menos de una hora diaria.
  • Los sectores más ricos son los principales emisores de carbono. Las disparidades de riqueza se traducen también en términos de huella ecológica. Los países opulentos del Norte son históricamente responsables de las emisiones de dióxido de carbono en el planeta; y en cada país, los hogares más ricos son los principales contaminadores. De ese modo, los mayores contaminadores del planeta son el 10% de los hogares más ricos de Estados Unidos, con 73 toneladas de dióxido de carbono anuales; contra 9,7 toneladas anuales que producen el 50% de los hogares más pobres. La diferencia es menos importante en Europa (29,2 toneladas contra 5,1 toneladas).
  • La necesidad de una mejor redistribución de las riquezas planetarias. Los autores del Informe consideran que, si no hay ningún cambio, las desigualdades serán siempre más grandes hasta alcanzar proporciones insostenibles. Si la tendencia observada desde 1995 continua, entonces el 0,1% de los más ricos (5,2 millones de adultos en 2021) poseerá una parte del patrimonio mundial tan elevada como el de la clase media en 2070. Para evitar este escenario catastrófico será indispensable invertir en la educación, la salud y descarbonización de la economía (la transición ecológica) para poder reducir las disparidades existentes antes del pago de los impuestos y de la redistribución, principal motor de las desigualdades en sentido amplio. En fin, los autores del Informe proponen la instauración de una fiscalidad más progresiva, es decir aumentar los impuestos de los más ricos en todos los países del mundo.

La situación económica en América Latina y en el Perú en 2021

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, ONU) ha publicado un Estudio económico[2] de la región referido al año 2021. Este estudio confirma las tendencias generales propuestas en el Informe del Laboratorio de las Desigualdades del Mundo. En efecto, la pandemia de Covid-19 ha agudizado los problemas estructurales de antigua data en nuestra región: desigualdad y pobreza, desocupación, informalidad, baja inversión y productividad. La CEPAL considera que la recuperación transformadora e inclusiva debe fundarse en la reactivación de la inversión y el empleo.

El Estudio de CEPAL demuestra que los problemas estructurales de América Latina se han agudizado a causa de la pandemia de Covid-19 y limitarán la recuperación económica. En el periodo precedente, entre 2014 y 2019, la región ya tenía una trayectoria negativa a causa de la caída de las inversiones, alcanzando en 2020 uno de sus niveles más bajos de las últimas décadas (17,9% del PIB).

La pandemia provocó la mayor crisis de los mercados laborales desde 1950. En 2020, el número de personas que trabajaban cayó 9% y la crisis laboral ha afectado de manera más significativa a las mujeres. En 2020 la participación femenina llego a 46,9%, es decir un retroceso a los niveles de 2002. Asimismo, en la región, seis de cada diez mujeres se concentran en sectores de trabajo de alto riesgo en el contexto de la pandemia: manufactura, comercio, trabajo doméstico remunerado, turismo y se encuentran en primera línea en el sector salud (Noticias ONU, 29 de septiembre de 2021[3]).

A pesar de la pandemia, en 2021 hubo un crecimiento regional de 5,9% que se explica por los efectos positivos de la demanda externa y el alza de los precios de los productos básicos que exporta la región, y por el aumento en la demanda agregada. No obstante, se prevé una desaceleración en 2022, con un crecimiento estimado a 2,9%.

El Estudio económico de CEPAL propone canalizar la inversión hacia sectores que promuevan un nuevo estilo de desarrollo que potencie la competitividad, el empleo (en especial de mujeres y jóvenes) y la disminución de la huella ambiental. Estos sectores son: la transición hacia energías renovables; la movilidad sostenible en las ciudades; la revolución digital para universalizar el acceso a las nuevas tecnologías; la industria manufacturera de la salud; la bioeconomía, la pequeñas y medianas empresas y el turismo sostenible. En fin, en materia fiscal, el reporte propone que la política fiscal debe acelerar la inversión pública e incentivar la inversión privada. Para fortalecer la política fiscal, es prioritario aumentar los ingresos tributarios y reducir la evasión fiscal que representa 6% del PIB regional (325 mil millones de dólares).

De acuerdo con la CEPAL[4], en 2020, la economía peruana presentó una contracción del 11%, en comparación del 2,2% de crecimiento de 2019, a causa de la pandemia que situó al país como uno de los más golpeados del mundo. Las autoridades implementaron paquetes de medidas sin precedentes en las políticas monetaria y fiscal, y se transmitieron rentas a las familias más pobres. El Banco Mundial corrobora esos datos y estima que la pobreza aumentó considerablemente, alcanzando 32,6%. Por su parte, el INEI[5] considera que la pobreza afectó al 30,1% de peruanos (3,3 millones de personas), aumentando en 2020, en casi 10% con respecto al año 2019. La CEPAL había previsto una recuperación económica importante en el Perú en 2021, con un crecimiento de 10,6%; gracias a la reapertura de todos los sectores productivos, la recuperación de la demanda interna, la inversión en la construcción, los precios record del cobre, y por el crecimiento de los socios comerciales, sobre todo China y Estados Unidos. Estas previsiones se han confirmado. El PIB creció en un 10%, volviendo a su nivel anterior a la pandemia según el Banco Mundial. Sin embargo, la recuperación del mercado laboral sigue lenta; la inflación alcanzó 5,4% por el aumento del precio de los alimentos y la energía y la depreciación de la moneda. El crecimiento económico ulterior será de 3% aproximadamente (Banco Mundial[6] 7 de octubre de 2021).

Es positivo señalar que la CEPAL ha reafirmado su interés por nuestro país con la visita de la secretaria ejecutiva, Alicia Bárcena, quien se entrevistó con el presidente Pedro Castillo, en presencia de la primera ministra Mirtha Vásquez, el 15 de noviembre. De ese modo, pudieron abordar los desafíos para la recuperación pospandemia, la urgencia de un nuevo estilo de desarrollo, más sostenible e igualitario, el fortalecimiento de la integración regional y las desigualdades en la vacunación a nivel mundial, regional y local. Alicia Bárcena comprometió el apoyo técnico de la CEPAL para crear un observatorio social para ampliar la cobertura de programas sociales destinados a los peruanos más pobres. En ese marco, destacó la creación de un registro nacional de ollas comunes (Mankachay Perú, Mi ollita Perú) y confirmó que la CEPAL contribuirá con el fortalecimiento de este sistema de apoyo solidario a los hogares más indigentes del país. En fin, la representante de la CEPAL también tuvo entrevistas con la vicepresidenta y ministra de desarrollo, Dina Boluarte; los ministros de Economía, de la Mujer y poblaciones vulnerables, de Salud, y de Relaciones exteriores (Comunicado de Prensa, 15 de noviembre).

[3] Noticias ONU, 29/9/2021, La pandemia de Covid-19 empeora la situación de las mujeres en América Latina, https://news.un.org/es/story/2021/09/1497662