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14 de mayo de 2024

Por Álvaro Miñan (*) y Ana Karen Zamalloa (**)

El Perú atraviesa una crisis política marcada por distintos eventos que socavan la estabilidad institucional y la confianza en el sistema democrático del país. Este fenómeno, a su vez, se ve agravado por la polarización ciudadana, la cual propicia acciones violentas y fomenta discursos de odio entre distintos sectores de la sociedad; una expresión de ello es la contraposición de narrativas sobre las memorias de nuestra historia reciente.

Ciertamente, la construcción de memoria implica un trabajo de interacción colectiva, como afirma la socióloga argentina, Elizabeth Jelin[1]. En efecto, al ser una construcción, comprende un proceso laborioso; al ser social, emerge de la interacción entre individuos, y al ser narrativa, subyace a la organización en un discurso coherente. Ahora bien, debido a su carácter contencioso, la memoria se convierte en un tema fundamentalmente político y, por lo tanto, de controversia en la opinión pública.

En ese sentido, en nuestro país, tal fragmentación en los procesos de memoria recientes reside en las comprensiones que se establecen sobre el Conflicto Armado Interno. Por un lado, y en relación con las recomendaciones del Informe Final de la CVR[2], se identifica una memoria para la reconciliación que se enfoca en la búsqueda de justicia sobre los crímenes y violaciones de derechos humanos para las víctimas del periodo de violencia. Por otro lado, existe una narrativa de memoria salvadora[3] que atribuye la característica de heroísmo a Alberto Fujimori en la lucha contra el terrorismo y justifica las violaciones a los derechos humanos como parte de un daño colateral.

Como resultado de esta contraposición, surge la narrativa del «terruqueo«, que cada vez está más presente y normalizada en un sector de la ciudadanía, debido a su respaldo político, económico, judicial y mediático. Como consecuencia, vemos mensajes que buscan desvirtuar productos culturales vinculados a temas de memoria en distintos medios de comunicación masivos. Esto, a su vez, es una clara consecuencia de la fragmentación y polarización que se convierte en una amenaza para la democracia.

No obstante, a su vez, existen narrativas que resisten a los discursos hegemónicos de los grandes medios de comunicación. Estas narrativas parten de una intención de poner en diálogo y discusión las múltiples formas de contribuir en una memoria colectiva, y son, además, producto de un sostenido proceso de reconstrucción de testimonios y luchas por justicia en torno a lo acontecido en los años de violencia.

Estas narrativas residen en el trabajo que vienen realizando las organizaciones de la sociedad civil, integradas principalmente por familiares de víctimas del conflicto armado interno. Tal es el caso de la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú (ANFASEP) y la Asociación Nacional de Familiares de Asesinados, Desaparecidos, Ejecutados Extrajudicialmente, Desplazados y Torturados (ANFADET), cuyas lideresas, junto con la academia, agencias de cooperación internacional y el Estado, buscan aportar a la cocreación y fortalecimiento de narrativas que contribuyan a la construcción de la paz y una sociedad democrática, a través del intercambio, aprendizaje y articulación entre actores sociales clave.

En este contexto, surge el proyecto «Fortaleciendo el camino de la memoria y la paz: red por la memoria«, ejecutado por el Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la PUCP – IDEHPUCP, de la mano de la Cooperación Alemana GIZ. Con él, se busca visibilizar el trabajo de organizaciones de familiares de víctimas que tienen bajo su custodia espacios para la preservación de la memoria y la educación de las nuevas generaciones. A partir de ello, se busca trazar una hoja de ruta que permita articular lugares de memoria y generar las condiciones propicias para la visibilización de los mismos en sus respectivas localidades y a nivel nacional.

Por ello, el proyecto invita a cuestionarnos sobre el valor de mediar y mediatizar[4], de forma colaborativa y con actores clave, narrativas sobre la memoria del Conflicto Armado Interno. Una labor que, en gran parte, asumen las organizaciones de familiares de víctimas en un esfuerzo por reunir relatos que no solo traen al presente un recuerdo que pretende ser negado por un sector de la población, sino que tienen una propuesta pedagógica para las nuevas generaciones, para que los episodios de violación de derechos humanos no se repitan en nuestro país y se permita vincular memorias del presente con memorias del pasado.

Así, el IDEHPUCP apuesta por fortalecer iniciativas que propicien espacios de diálogo y de participación ciudadana que, a su vez, permitan interpelar viejas narrativas y conectar con nuevos relatos y expresiones sobre lo acontecido en los años de violencia. Además, busca potenciar una institucionalidad nueva que fortalezca el trabajo de la sociedad civil en un tema tan importante como la memoria en nuestro país.

(*) Asistente de investigación del IDEHPUCP

(**) Consultora del Área de Comunicaciones del IDEHPUCP


[1] Extracto de “Los trabajos de la memoria” de la socióloga argentina Elizabeth Jelin.

[2] En referencia a las recomendaciones del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. https://www.cverdad.org.pe/ifinal/pdf/TOMO%20IX/2.INTRODUCCION%20RECOMENDACIONES.pdf

[4] En referencia a mediar y mediatizar:

“Mediación y mediatización son dos conceptos distintos — el primero se refiere al uso de los medios en distintas prácticas comunicativas; el segundo, al papel que juegan los medios de comunicación en la transformación de la cultura y la sociedad”. https://www.redalyc.org/journal/3239/323944778013/html/