El 15 de mayo de 1948, cientos de miles de Palestinos fueron expulsados de sus tierras como paso obligado para la creación del Estado de Israel que este año cumple 70 años de fundación; en árabe, este evento trágico es llamado “nakba”, la catástrofe. Israel nace sobre las cenizas de Palestina, que era un Protectorado británico. Aún cuando la emergencia de un Estado hebreo después de la destrucción de Judíos de Europa es un hecho histórico que nadie pone en duda, la modalidad violenta de la implantación de colonos venidos de todo el mundo en la antigua provincia otomana de Palestina ha sido siempre objeto de debate. Progresivamente, esta violencia se ha hecho siempre más fuerte y podemos decir que hay un pueblo poderoso que agrede a un pueblo débil y desarticulado, en el seno del cual han nacido grupos armados como Hamas en Gaza. La Autoridad palestina establecida en Cisjordania no tiene gran poder en Gaza.
La situación actual es sumamente dramática pues la Gran Marcha del Retorno inaugurada el 30 de marzo ha sido reprimida de manera brutal por las fuerzas del orden de Israel y se estima que el 14 de mayo han habido 60 muertos Palestinos y más de 1 350 heridos de bala en la Franja de Gaza. Desde el inicio del movimiento, se cuentan 106 muertos palestinos por tiros israelíes.
En la Franja de Gaza, de 41 km de largo entre 6 y 12 km de ancho, donde sobreviven en condiciones espantosas casi dos millones de personas, se ha establecido además un embargo (por aire, mar y tierra) que restringe el movimiento de personas y de servicios desde hace once años. Contrariamente a las acusaciones israelíes, las manifestaciones que reivindican el derecho al retorno a Palestina no han sido organizadas por el grupo armado Hamas. Es una manifestación totalmente pacífica que está siendo reprimida con balas reales y con una violencia inaudita, incompatible con las prácticas de un Estado moderno, y que deshonran más aún la deteriorada imagen del Estado de Israel en el mundo.
La coyuntura actual está influenciada por la pésima decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconocer Jerusalén como capital de Israel, yendo contra todas las convenciones internacionales y las resoluciones de la ONU (que no tienen ningún peso en Palestina/Israel). El 15 de mayo hemos podido ver el terrible espectáculo de las autoridades israelíes felicitándose con sus pares estadounidenses en Jerusalén, mientras los soldados atacaban a civiles desarmados y causaban muerte y desolación.
En realidad, los habitantes de Gaza están totalmente abandonados, ignorados por la Autoridad Palestina que preside Majmud Abbas y por el resto de países árabes (a quienes no interesa su suerte dado que ello pondría en dificultad sus alianzas con los Estados Unidos). Los Palestinos de Gaza están reducidos a la miseria luego de tres guerras en diez años y su sobrevivencia esta cada día en peligro. Por ello, es absurdo considerar que han sido empujados por el grupo armado Hamas —que tomó el poder en Gaza en 2007— como lo han afirmado el Primer Ministro de extrema derecha Benyamin Nétanyahou y el yerno de Trump, Jared Kushner. No necesitan que nadie los empuje a tirarse contra las barreras con la esperanza imposible de recuperar sus tierras y escapar a su prisión.
Con su silencio cómplice, la mayor parte de la sociedad israelí está demostrando que la propaganda de Nétanyahou y de sus aliados norteamericanos funciona bien, que prefieren deshumanizar a los Palestinos de Gaza y de Cisjordania, viendo en ellos “terroristas”, cuando en realidad la Gran Marcha del Retorno demuestra que la sociedad palestina ha escogido la protesta civil y popular contra el terrorismo y las armas. Si los israelíes siguen ignorando esta evolución social, entonces tendrán también que condenarse a seguir viviendo con el miedo permanente, en medio de un estado de guerra constante, y en el más total aislamiento tanto a nivel regional como internacional.
En ese contexto, la comunidad internacional demuestra, una vez más, su debilidad intrínseca para defender los derechos de los pueblos más débiles. Como ya se ha hecho una triste costumbre, varios países europeos, Turquía y la ONU han condenado las violencias de Israel contra los Palestinos de Gaza. Pero no se ha llegado a condenar oficialmente Israel en las Naciones Unidas pues Estados Unidos ha opuesto su veto. En fin, notemos que tres países latinoamericanos, Guatemala, Honduras y Paraguay, todos pobres y sin ningún peso internacional, han anunciado la apertura de embajadas en Jerusalén; decisión absurda que está asociada solamente a los beneficios ofrecidos por Donald Trump a cambio de ese “apoyo” a sus políticas en Oriente Medio y en el resto del mundo.
* Mariella Villasante es antropóloga e investigadora asociada al Idehpucp. Actualmente termina un nuevo libro en francés [Chronique de la guerre civile au Pérou, 1980-2000, L’Harmattan, 2018. Prefacio del Dr. Salomón Lerner Febres]. Responsable de la traducción francesa del Hatun Willakuy, Le Grand Récit de la guerre interne au Pérou, Paris, L’Harmattan, 2015.