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Entrevistas 23 de marzo de 2020

Por: Juan Takehara (*)

Si bien la actual medida de aislamiento obligatorio nos distancia unos de otros de manera física, son muchas las personas – especialmente los jóvenes – quienes están interesados en participar en proyectos sociales conjuntamente con su centro de estudios. Durante esta crisis, las universidades (e institutos), más allá del apoyo que puedan brindarles en temas administrativos a sus alumnos, pueden convertir esta compleja situación en una interesante oportunidad para concientizar  sobre el problema de la salud pública en el país. Sobre el tema conversamos con Silvana Vargas Winstanley, directora de la Dirección Académica de Responsabilidad Social (DARS) encargada de desarrollar y promover las iniciativas de Responsabilidad Social Universitaria en la PUCP. 

En situaciones límite como una pandemia, ¿cuál cree que es la mejor forma de involucrar a los jóvenes para desarrollar proyectos sociales?

Hay cinco rutas para garantizar el involucramiento de los jóvenes – entendiendo que son en su mayoría universitarios – y esto pasa por: reforzar una formación crítica basada en valores, sobre todo con intervenciones que tienen que ver con pertinencia social, independientemente de las disciplinas en las que se encuentran; segundo, entrenándolos en el diseño y en la aplicación de herramientas metodológicas que les permitan trabajar con poblaciones diversas y la capacidad de adaptarse; en tercer lugar fortaleciendo las estrategias de trabajo colaborativo, de  equipo y trabajo en red, que permiten sobre todo continuar con el proceso de formación interdisciplinaria; cuarto, reforzando una lógica de acompañamiento y tutoría que involucre claramente el rol de los docentes y, quinto, trabajar en procesos de documentación, sistematización y devolución de esos aprendizajes a la comunidad universitaria.

Este aislamiento obligatorio genera también nuevas formas de comunicación, ¿qué recursos se puede utilizar para mantener una relación institucional con los estudiantes?

Las tecnologías de la información y comunicación son fundamentales y probablemente nuestra mayor oportunidad está allí. Hay un despliegue enorme de opciones, pasando por foros, blogs, aulas virtuales, incluso herramientas tan sencillas como el whatsapp y las propias redes sociales, pueden permitir una relación institucional fluida, con mensajes claros y oportunos. Creo que allí de lo que se trata es de utilizar recursos con los cuales los estudiantes ya están familiarizados y no implican costos de tiempo o financieros adicionales.

Si bien la Universidad sugiere en el campus el uso adecuado del agua, ¿qué actividades / proyectos se necesitan para tener plena consciencia de su manejo y protección?

Hace unos años Sedapal publicó una noticia muy fuerte que decía que el limeño promedio utilizaba alrededor de 163 litros de agua al día. Esa cifra es abrumadora, sobre todo reconociendo que es un privilegio extremo en un país en donde una parte importante de la población sigue sin tener garantizado el acceso al servicio al agua segura. En ese sentido, nuevamente tres estrategias posibles: reforzar los procesos de concientización respecto a lo que implica el acceso, la disponibilidad y el uso del recurso agua. En segundo lugar, diseñar campañas creativas que permitan a los estudiantes tomar conciencia y disponer de recursos concretos para poder contribuir al cambio de prácticas cotidianas y, en tercer lugar, incorporar estos temas en las mallas curriculares de modo que no se vean como cuestiones ajenas al propio proceso formativo.

Esta situación puede también darle una distinta proyección a la formación profesional, ¿se podrá dar, en algunas carreras, un enfoque relacionado con la salud pública? 

Si bien la PUCP no tiene Ciencias de la salud en la malla de estudios, creo que es posible vincular contenidos de salud pública en algunas carreras, entre ellas, Ciencias Sociales, Ingeniería, Psicología, Educación, inclusive Derecho. Ahí el reto pasa por repensar nuevamente la lógica de la malla, trabajar desde una apuesta más interdisciplinaria e integral que abarque la discusión de estos temas que son en rigor problemas públicos y que todo estudiante debería acoger dentro del proceso formativo. Esto pasa también por desarrollar unas herramientas y generar espacios de diálogo vinculando con otros profesionales de otras universidades, el trabajo en red interuniversitario es clave para un tema como este, por ejemplo. La Red Peruana de Universidades y el Consorcio de Universidades son espacios que permitirían y facilitarían esa proyección.

¿Cómo espera que se fortalezca la identidad en los jóvenes tras lo sucedido?

El fortalecimiento de la identidad no se va a dar “por ósmosis”. La Universidad tiene un rol en el proceso de transitar en este caos, de un sentido de calamidad a uno de oportunidad. Y creo que allí es importante fortalecer este interés, esta vitalidad que tienen los jóvenes respecto a lo que implica intervenir, hacer, poner en marcha, distintos procesos e intervenciones. No creo que esto fluya solo, pero en ese sentido nos jugamos una oportunidad en términos de canalizar ese interés a través de una oferta clara de iniciativas en los que ellos puedan participar. Iniciativas que evidentemente involucran responsabilidad social universitaria, vinculación con el entorno y en último lugar también en maneras de cómo hacemos investigación con impacto social.

(*) Integrante del área de Comunicaciones IDEHPUCP.


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