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Editorial 21 de septiembre de 2021

Esta semana se desarrolla la 76ta sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas. A diferencia de la del año pasado, cuando la pandemia obligó a que la reunión se realizara mediante presencia virtual, este año el encuentro contará con la presencia física de un alto número de representantes de los 193 Estados miembros. A semejanza de la pasada asamblea, esta encuentra a la comunidad mundial enfrentando graves problemas que requieren, por encima de todo, la restauración de los principios de multilateralismo y cooperación internacional que se han venido erosionando durante la última década.

Uno de esos graves problemas es, como resulta obvio, la pandemia de Covid-19, que todavía no ha sido controlada a pesar del gran avance y el relativo alivio traído por la aplicación masiva de las vacunas. Precisamente, el tema del acceso a la vacunación, hoy concentrado de una manera ostensible en unos cuantos países ricos, es uno de esos tópicos donde la recuperación del mitigado espíritu de cooperación internacional aparece como una urgencia impostergable. Diversos medios de comunicación han destacado que según la Organización Mundial de la Salud solo diez países concentran el 75% del total de 5700 millones de dosis vacunas aplicadas hasta ahora.

Otro tema de mayor envergadura es el del calentamiento global. A pesar de las metas planteadas en el Acuerdo de París las previsiones son sombrías para la presente década. Se estima hoy que incluso si todos los países cumplieran con las metas pactadas –lo cual es un supuesto demasiado optimista en sí mismo—el planeta experimentaría de todas maneras un incremento de temperatura de 2.7 grados centígrados. El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, ha declarado recientemente que el mundo se encuentra en una senda catastrófica. Eso significa que se hace indispensable pactar otras medidas y consensuar nuevas acciones, lo cual resulta difícil justamente cuando el internacionalismo o la lógica de los compromisos multilaterales resultan en entredicho.

«Es importante observar con atención el desarrollo del foro de las Naciones Unidas esta semana. Es necesario ver si de este encuentro pueden surgir compromisos de soluciones efectivas a los enormes problemas que enfrenta la humanidad entera.»

Se recuerda que dicha lógica ha estado bajo ataque en los últimos años por el surgimiento de movimientos y liderazgos nacionalistas y populistas, mayormente de signo conservador, en diversos países del mundo, incluyendo algunos de los más poderosos e influyentes. El ápice de esa preocupante tendencia fue alcanzado durante el anterior periodo presidencial norteamericano. La presidencia de Donald Trump significó un fuerte impulso a aquellos tipos de liderazgo y alentó una corriente de crítica, alejamiento y descrédito contra diversos foros de cooperación y acción multilateral, como los del Sistema de las Naciones Unidas. Eso no solamente afectó las respuestas mundiales a la pandemia y a la crisis ambiental, sino que también determinó retrocesos en materia humanitaria, de protección de los derechos humanos, mientras se asentaban regímenes antidemocráticos y mientras países y bloques de larga y robusta tradición democrática, como la Unión Europea, refluían hacia políticas securitarias frente a las poblaciones que buscan refugio y asilo.

Hoy existe la expectativa de que esas tendencias sean revertidas paulatinamente, y por ello esta sesión de la Asamblea General de la ONU podría resultar significativa. Sin embargo, esas expectativas se han visto mitigadas por las dificultades, o reveses, que está enfrentando en su política exterior el gobierno del presidente de EE. UU., Joe Biden, del cual se espera un liderazgo para el regreso al paradigma internacionalista. La toma del poder en Afganistán por el movimiento Talibán es un ejemplo patente de esas dificultades, que pueden socavar el mencionado liderazgo.

No obstante, es importante observar con atención el desarrollo del foro de las Naciones Unidas esta semana. No es cierto que, como se piensa comúnmente, estos encuentros sean inocuos y vacíos de contenido efectivo. Es necesario ver si de este encuentro pueden surgir compromisos de soluciones efectivas a los enormes problemas que enfrenta la humanidad entera. La primera de esas soluciones tiene que ser en realidad, precisamente, recuperar la decisión de actuar cooperativamente. (onlinepharmacyreviews.net)

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