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Entrevistas 27 de octubre de 2020

Enseñar a niñas y niños en modalidad de clases virtuales es en la actualidad un gran reto compartido entre docentes y madres y padres de los alumnos. La dificultad aumenta cuando en casa no se reparten de manera equitativa los roles de género. Para comprender cuánto viene afectando a la vida familiar la educación a distancia y qué objetivos se necesitan cumplir para lograr un real aprendizaje, conversamos con Carla Gamberini, actual directora de Latinoamérica y España de Mangahigh, y cofundadora de +educacion.pe.

La enseñanza virtual viene generando una dinámica distinta en los hogares, no solo entre docente-alumno/a sino también con los mismos padres.  ¿Cómo ha observado estos cambios?

La educación a distancia ha generado un cambio para todos. Hay tres grandes retos para consolidar el aprendizaje tanto en niñas y niños y, especialmente, para los más pequeños. El primero es el vínculo que genera el docente en el aula y ahora se traslada a un nexo cogenerado por los padres. Por ende, se necesita mucho compromiso de los padres, solicitando tiempo que muchos de ellos no tienen. El segundo y el tercer reto son más académicos: plantear un programa de aprendizaje que sea viable en la casa y poder monitorearlo. Hay herramientas digitales que han ayudado mucho a los docentes; sin embargo, para eso se necesita acceso a Internet. La organización Save the Children presentó una de las pocas encuestas recientes sobre la percepción de niñas y niños a través de siete países. Esa encuesta, que incluye datos de América Latina, muestra que en los hogares vulnerables solo el 1% cuenta con Internet. Eso ya hace compleja la situación de llevar educación a distancia. Esta encuesta también publicó datos interesantes sobre las niñas. Por ejemplo, entre los 25 mil niños y niñas entrevistados, casi dos tercios de las niñas manifestaron que en la casa han aumentado sus quehaceres domésticos, pasando más tiempo cuidando a alguien de la familia, ya sean niños o ancianos y que se les reduce el tiempo para estudiar. Por otro lado, en el proyecto +educacion.pe he conversado con un docente de Pomacancha en Junín, profesor de primaria para ocho alumnos. Nos contó que cuando se otorgó celulares a los niños, claramente fue a los hombres mayores a quienes se dio prioridad.  Los niños menores tienen que esperar a que los de secundaria terminen sus clases y, particularmente, las niñas tienen que esperar a que todos sus hermanos terminen sus clases. Todavía no hay tantos datos recogidos, pero sería interesante saber qué línea del Ministerio de Educación en Perú está observando la información que Unicef o Save the Children han obtenido en Latinoamérica.

«Lograr que la relación estudiante-docente deje de ser vertical ha sido un objetivo buscado desde la educación presencial»
Además de los problemas de acceso, podemos afirmar que se hace evidente la falta de un enfoque de género dentro de los hogares. Como indicas, muchas veces han aumentado las tareas domésticas para las niñas, o son los niños quienes disponen de más tiempo de estudio o de uso de la computadora. ¿Cómo lidiar con este problema?

Se ha puesto en evidencia bastantes factores. El primero es la importancia del vínculo que debe existir entre lo que se enseña escuela y lo que se enseña en el hogar. Puede estar pasando que en la escuela te enseñan a y en la casa se perpetúen b, es decir, que se desarrollen prácticas totalmente opuestas. O también pasa al revés. Cabe decir que, para los padres, estar en la casa implica redefinir su rol. Hoy se han dado cuenta del trabajo tan difícil que tiene el docente, quien forma a los alumnos no solamente con contenidos sino con competencias integrales. El enfoque de género es un elemento importante. El currículo ha avanzado en esto, pero es importante saber qué se puede hacer ahora en casa.

Uno de los cambios que también se espera cuando se retorne a clases presenciales es que la relación del docente y el alumno sea más cercana.

Lograr que la relación estudiante-docente deje de ser vertical ha sido un objetivo buscado desde la educación presencial. Se trata de cambiar la idea de que el docente es una persona que viene a impartir conocimiento para verlo como alguien que facilita un proceso de construcción de aprendizaje, recogiendo lo que los niños traen también. En los nuevos modelos de pedagogía debería verse así. La educación a distancia va a contribuir a dar esa línea más horizontal y en posicionar al estudiante como al docente. Particularmente, en el Perú vamos a ver a profesores que también están aprendiendo cómo usar una herramienta digital, van a vivir esta experiencia de aprendizaje junto a los niños. A la vez, esta situación de educación a distancia va a acercar mucho el sistema de la escuela con el sistema del hogar, lo cual es muy importante. Antes teníamos tanto al docente de escuela pública como privada, que se esforzaba mucho para crear espacios de diálogo para padres o tratar de vincularlos en el proceso no solo de conocimiento sino socioemocional de los niños, algo que la pandemia ha situado como lo más urgente. Por ejemplo, en Cabo Pantoja, Ucayali, una profesora de escuela unidocente y multigrado hace reuniones en zoom con los padres para que acompañen el proceso y de esa manera haya una relación más horizontal. En La Libertad, un grupo de docentes en la escuela están desarrollando Escuelas de Liderazgos para empoderar a chicos de secundaria, pero también para trabajar con los padres. Cuando se vuelva a la escuela es importante que estos vínculos no cambien. Que esta pandemia nos sirva de lección para que se revalore con mucha más fuerza el rol del docente. Se han puesto en evidencia competencias que los docentes necesitan y que tienen que fortalecer.

«Que esta pandemia nos sirva de lección para que se revalore con mucha más fuerza el rol del docente»
Se espera también que el retorno a clases no afecte a la deserción escolar, especialmente de las niñas.

Ha habido mucho avance en reducir el número de niñas que están fuera de la escuela. Se han reducido las cifras de embarazo adolescentes, particularmente en Perú. No se debería permitir que la pandemia nos haga retroceder. Para evitarlo se necesita políticas públicas de regreso a la escuela. Me gusta mencionar un caso: en el hogar, las niñas pueden usar la ropa que deseen para llevar el curso, se sienten más cómodas, pero cuando vuelvan a clases tendrán que llevar la falda escolar. Hay un estudio de Save the Children sobre Huánuco en el que el 80% de las niñas manifestaba que el usar la falda escolar las limitaba para jugar tan libremente como los niños o que les dificultaba subir escaleras sin sentir algún temor. Hay que mirar esos pequeños detalles antes del retorno a las escuelas. Ya estamos avanzando en enfoque de género, pero es el empoderamiento lo que hará la transformación.

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