Por: Juan Takehara (*)
En estos momentos miles de niños en etapa escolar deben quedarse aislados en sus hogares para frenar el avance del COVID-19. En vez de ir a clases necesitan tener acceso a internet y una computadora o celular para recibir sus lecciones de forma virtual, a cargo de sus profesores. También por parte del Estado se difunde unas horas al día de clases en todos los canales de televisión nacional y por radio clases temáticas para distintos grados.
Si bien se observa un esfuerzo en varios frentes, no podemos olvidar que tenemos una amplia brecha digital, este es el principal escollo para lograr cumplir con los objetivos educativos de este año, en especial en las zonas más pobres o alejadas del país. Sobre cuáles son los desafíos que plantea esta nueva situación y cómo afecta a alumnos, padres y docentes, conversamos con el ex viceministro de Educación, Martín Vegas, actual coordinador del Programa Horizontes de Secundaria Rural de Unesco Perú.
Si bien oficialmente no existe fecha para inicio de clases presenciales en el Perú, lo que se busca es salvar el año escolar. ¿Cómo observa las decisiones tomadas por el Gobierno?
La decisión de no perder el año escolar es acertada y se alinea a las recomendaciones de la UNESCO. Aún si todo el año escolar se realiza de forma remota es una mejor decisión que una pérdida del año escolar. Pero un año en aislamiento social y con educación escolar remota requiere reconceptualizarse. La educación remota no es una reproducción del salón de clases en el hogar, no solo porque es inviable que un estudiante dedique 4, 5 o 6 horas a un aprendizaje curricular, sino también porque en este contexto todos los peruanos estamos aprendiendo con otras formas que también deben ser identificadas y valoradas. El que en una familia los adultos decidan respetar las medidas de cuarentena o vulnerarlas se constituye en una oportunidad de aprender sobre el valor de las conductas ciudadanas y democráticas. Dedicar tiempo a deliberar sobre esa decisión será mucho más valioso que destinarlo a una tarea escolar. La propia convivencia en la casa genera aprendizajes fundamentales y, por supuesto, los momentos lúdicos y de libre convivencia entre niños y adultos serán seguramente valorados tanto o más que los dedicados a “Aprendo en casa”. Finalmente, que en estas circunstancias los niños y jóvenes sean queridos, protegidos, escuchados en sus temores y preguntas será valorado en los corazones de los niños de una manera que no olvidarán. Entonces, el aprendizaje en casa no es para que los padres de familia remplacen al docente en las actividades curriculares, sino para que redescubran su importantísimo rol formativo y aprovechen la oportunidad de estar varias semanas con sus hijos para afianzarlo. El docente puede recomendar actividades que hagan del día a día familiar un espacio enriquecido que se salga de la rutina, pero desde lo propio de las responsabilidades de un hogar.
«Una educación digital puede ayudar a reforzar una educación intercultural y fomentar el diálogo de saberes. Por el contrario, una educación a distancia sin conectividad aumenta las brechas educativas».
El momento plantea desafíos únicos para la enseñanza en etapa escolar. Vemos distintos tipos de carencias, y a la vez varios retos. ¿Qué oportunidades podemos encontrar en medio de esta situación?
Una educación remota y en aislamiento social es una experiencia inédita en el Perú y el mundo. Por supuesto, existen experiencias de aprendizaje digital y a distancia, pero en inicial, primaria o secundaria siempre han sido combinadas con la relación presencial con los profesores. En todo el mundo se está aprendiendo a realizar este tipo de actividades. En el Perú se tiene además el reto de problemas estructurales que aquejan a la educación. Si bien se ha estado enfrentando esos retos en los últimos años, el país aún se encuentra en la casi imposibilidad de ofrecer un servicio a distancia para zonas rurales, con docentes que están aprendiendo sobre la marcha a trabajar en este contexto. La educación privada también se enfrenta retos complejos: por un lado, ante la incertidumbre económica muchas familias no podrán seguir pagando las pensiones escolares; de otro lado, transitar a una estrategia digital de aprendizajes tiene costos que muchos colegios no pueden afrontar, menos aún si hay deserción escolar. Esta situación es más grave en los colegios que tienen una finalidad lucrativa y que, por tanto, deben además asegurar la rentabilidad de los inversionistas. Es probable que este año haya una población flotante que se traslade a la educación pública mientras dure el aislamiento social. Ello reafirma la importancia de un sólido sistema de educación pública, pero plantea también retos presupuestales, organizativos, docentes para recibir a esta población. Pero esta situación abre también oportunidades importantes. La primera es que las familias redescubran que jugar con sus hijos, plantearse tareas y retos en el hogar, tratar de temas públicos son responsabilidades que nunca deberían abandonarse. También debería permitir que las familias valoren el rol de los profesores y comprueben cuán insustituibles son. Desde el ángulo pedagógico esta es la gran oportunidad para que la educación peruana ingrese a la era digital, en combinación con una educación presencial. Este no es solamente un tema de conectividad y acceso a dispositivos digitales, sino sobre todo de renovación pedagógica, para enfocarse en la vida de los estudiantes: resolver problemas de la vida real en lugar de contenidos teóricos; dar un lugar al desarrollo socioemocional de los estudiantes; combinar lo digital con lo presencial (¡recordemos que hasta antes del COVID -19 los celulares estaban prohibidos en los colegios y hoy son el principal aliado de un docente!). La decisión del gobierno peruano de priorizar a la población rural y de quintil 1 y 2 para cerrar la brecha digital será probablemente la acción más saltante de este período gubernamental.
¿Este sistema a distancia también puede ayudar para reforzar un sistema de enseñanza en lenguas originarias?
Si uno ingresa a internet puede encontrar miles de videos sobre el pueblo awajún o el pueblo shawi, ni que se diga sobre la cultura quechua. Existen softwares para aprender los idiomas nativos del Perú que podría utilizar los propios estudiantes, pero sobretodo sus docentes. El acceso a internet permitirá que niños andinos y amazónicos descubran que lo único que aparece en Internet como digno de valorarse en el mundo son sus culturas. Al revés de lo que ocurre en un noticiero nacional, hay más videos sobre Machu Picchu o la Amazonía que sobre la ciudad de Lima. Entonces, una educación digital puede ayudar a reforzar una educación intercultural y fomentar el diálogo de saberes. Por el contrario, una educación a distancia sin conectividad aumenta las brechas educativas.
Más allá de las necesidades tecnológicas – básicas ahora – de qué manera se puede capacitar y reforzar a los docentes, en especial a quienes trabajaban con sistemas de enseñanza tradicional.
Se requieren tres tipos de acción: un respaldo de asistencia técnica a los docentes, un canal de atención a los problemas socioemocionales que van a ir enfrentando y un apoyo claro y decidido a los equipos de profesores innovadores que existen a lo largo y ancho del país, trabajando muchas veces silenciosamente y sin apoyo. Estos docentes son la semilla de un cambio que puede ir contagiando positivamente a los demás profesores.
Y en el caso de los padres, ¿cómo prepararlos para lo que se viene? ¿Es momento también de redefinir ciertos roles de género en los hogares?
Sin duda los roles tradicionales de género donde la madre trabaja y también atiende a los hijos y las tareas del hogar se ve en muchos casos desafiado. ¿Qué ocurre si la madre y el padre deben realizar teletrabajo? Pues ambos tendrán que distribuirse las tareas antes mencionadas. Y si la mujer es la única que conserva su trabajo, pues el hombre tendrá que asumir las tareas de crianza y de la casa. Cabe aquí señalar que el aislamiento social genera también riesgos de maltrato y abuso sexual contra la mujer y los niños que requieren estrategias que aún están por plantearse.
(*) Integrante del área de Comunicaciones IDEHPUCP.
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