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18 de junio de 2017

Hace apenas unos días, distintos medios informaron acerca de la construcción de un muro en la frontera de Ecuador (Huaquillas) y Perú (Aguas Verdes), junto al canal de Zarumilla que conecta ambos países. Este muro, que tendrá aproximadamente 4 metros de largo, y 2.5 kilómetros de extensión, ha sido justificado ampliamente por el gobierno ecuatoriano como parte del Proyecto Parque Lineal de Huaquillas, el cual prevé la construcción de una amplia zona comercial y recreativa, por cerca de 4.4 millones de dólares. Este hecho ha generado un reciente impase entre las cancillerías de ambos Estados, provocando que Perú envíe una nota diplomática de rechazo al Embajador de Ecuador en Lima, y llame a consulta a su Embajador en Quito.

La razón principal detrás de la construcción de un muro es frenar el contrabando fronterizo. Este clásico delito fronterizo, como señala Gabriela Ruiz, consiste en evadir controles y pago de impuestos para comercializar productos con altas ganancias; solo como dato adicional, en la frontera con Ecuador las mercancías más contrabandeadas son el combustible, y alimentos como arroz, cebolla, maíz y limones[1]. Evidentemente todo ello, genera innumerables pérdidas económicas a ambos Estados, sin embargo ¿realmente un muro pone fin a una problemática tan compleja como el contrabando? Muy probablemente un muro sea la respuesta más práctica para frenar este fenómeno; sin embargo, si esta problemática no es abordada desde el fortalecimiento de políticas bilaterales en materia de lucha contra el contrabando, la construcción de un muro solo será un paliativo efímero que no pondrá coto al tema de fondo, y el contrabando traerá mayores y más complejas secuelas. En esa línea, debe considerarse que frente a la prohibición que supone la edificación de un muro, surgen nuevas formas de trasgresión, esto es, distintas y más peligrosas maneras de llevar contrabandear mercancía.

Junto a estas formas de trasgresión aparecen múltiples y diversas consecuencias, que oscilan entre desde el ámbito económico, hasta lo relativo al medio ambiente, por solo mencionar algunas. Indudablemente, la construcción de un muro, aunque este sea solo en un tramo de la frontera, ocasionará un refreno importante en la actividad comercial de los micro empresarios de ambas partes ya que los productos que anteriormente se distribuían con mayor facilidad y rapidez, bordearán y atravesarán (literalmente) una pared de hormigón para llegar a su destino.

Frente a este panorama, ¿existe alguna prohibición legal que impida a Ecuador construir un muro fronterizo? Más allá de lo establecido en el Acuerdo de Bases de 1998, que dispuso dejar disponibles 10 metros en la margen derecha del Canal de Zarumilla, ciertamente no existe ninguna prohibición específica a nivel de Derecho internacional para que Ecuador construya un muro en sus fronteras. Advertido ello, la respuesta más inmediata y lógica se asocia con el ejercicio de la soberanía estatal para disponer del territorio; entonces, en este caso, Ecuador, al construir un muro dentro de su territorio, no estaría, en principio, vulnerando ninguna obligación internacional, ya que estaría en el ejercicio legítimo de su soberanía.

Si esta situación es como se describe, ¿por qué nos indigna la construcción de un muro en parte de la frontera? La respuesta es entonces más compleja, e implica un análisis más contemporáneo y dinámico de la soberanía, una definición que se aparte de lo estrictamente territorial e involucre factores como la cooperación bilateral, el comercio, el medio ambiente, y por qué no el respeto por los derechos humanos, principalmente de aquellos que residen en la frontera. Solo entonces se entenderá el impacto real de construir un muro en la frontera con otro Estado.

El tema de la construcción de muros fronterizos, es bastante sensible, sobre todo si se considera que existen alrededor del mundo 63 barreras de concreto que dividen a los Estados. Esta realidad no es del todo ajena si consideramos que la edificación del muro en la frontera de Estados Unidos y México, y la reciente aprobación del presidente Donald Trump para construir un segundo tramo del mismo.

No obstante, en el caso de la frontera con Ecuador, no debe perderse de vista el contexto actual de la relación bilateral entre Perú y Ecuador, que solo en términos económicos alcanzó un intercambio de 3.200 millones en el año 2012[2]. Así las cosas, aun cuando la construcción de un muro tenga como objetivo frenar el contrabando, las consecuencias del mismo podrían llegar a ser más graves, no solo para ambos Estados, sino principalmente para aquellos que viven, trabajan y se desarrollan en la frontera.


* Alessandra Enrico es integrante del equipo de investigadores del área Académica y de Investigaciones del IDEHPUCP.

[1] RUIZ, Gabriela “Rutas fronterizas del contrabando en Ecuador”. En Perfil criminológico – FLACSO. Junio 2015, No. 15. Ecuador. Disponible en: http://repositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/7512/2/BFLACSO-PC15.pdf

[2] Agencia Pública de noticias del Ecuador y Sudamérica. El intercambio comercial, el sensor que usan en la frontera Ecuador-Perú para medir la paz. Fecha: 4 de noviembre de 2013. Disponible en: http://www.andes.info.ec/es/noticias/intercambio-comercial-sensor-usan-frontera-ecuador-peru-medir-paz.html

(14/06/17)