El informe final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), como parte de un proyecto editorial más amplio, ha comenzado con dos obras cuyos temas son la violencia armada en el Perú y la degradación de la vida política durante la década fujimorista. Salomón Lerner Febres, Presidente Ejecutivo del Idehpucp, opina al respecto.
Prueba de ello se encuentra en las reflexiones y exploraciones sobre el pasado y el presente de nuestro país contenidas en sus libros. En estos días, como parte de un proyecto editorial más amplio dirigido a reeditar sus obras más importantes, acaban de ser presentados dos títulos que recogen, por un lado, sus escritos sobre la violencia armada vivida en el Perú, y específicamente sobre Sendero Luminoso, y por otro lado, su trabajo sobre la degradación de nuestra vida política durante la década de gobierno de Alberto Fujimori.
Qué difícil es ser dios es el título bajo el cual se recogen sus investigaciones, interpretaciones y reflexiones sobre el fenómeno del senderismo y sobre las propiedades que hicieron de él un terrible agente de muerte, crueldad y destrucción en las postrimerías del siglo XX peruano. Son diversos los ángulos que Degregori cubrió respecto de esa realidad logrando un ejemplar equilibrio entre la voluntad de comprender y explicar, propia del científico social, y la expresión de un severo juicio moral sobre una organización que siempre recibió su condena. Entre esos diversos ángulos, posiblemente el que más valga la pena destacar, en una referencia veloz a estos escritos, es el escrutinio incisivo que hace de la inhumana ideología forjada por Abimael Guzmán, un conjunto abigarrado de ideas simplistas, de profecías de ribetes cuasi mesiánicos y de rechazos feroces a todo asomo de humanitarismo en nombre de una supuesta ley histórica de realización ineludible. Degregori fue uno de los primeros si no el primero en describir, en lugar de únicamente proclamar, cómo fue que esa ideología hecha de deformaciones y de retórica incendiaria dio lugar al baño de sangre que padeció nuestro país.
Pero los intereses de Carlos Iván fueron amplios y siempre tuvieron un ancla en el escudriñamiento de la vida política del país. No es extraño, así, que haya dedicado intensas reflexiones al deterioro radical de nuestra vida política bajo el gobierno criminal y corrupto de Alberto Fujimori. Siendo antropólogo, es natural que Degregori haya colocado su mirada algo más allá de las realidades políticas institucionales para preguntarse, más bien, cómo es que esa práctica política centrada en el engaño, en el fraude, en la mentira, en el abuso, en la desaprensión habían infectado nuestra cultura. Todo ello es la materia subyacente de La década de la antipolítica, el libro hoy reeditado pero publicado por primera vez cuando el régimen de Fujimori caía bajo el peso de su propia corrupción. El fujimorismo, y el libro nos ratifica lo que tuvimos que vivir, fue mucho más que una reencarnación del autoritarismo o que una empresa criminal: fue y aún es un proyecto de envilecimiento de nuestra vida colectiva, una distorsión de todos los valores que podrían hacer del Perú una democracia auténtica, una forma insidiosa de corrupción moral que se llevó adelante aprovechando los comprensibles temores y la desesperación de una población asediada por la violencia y por la crisis. Quien desee leer con ojos más exigentes las alternativas políticas de nuestro tiempo, encontrará en ese libro no una guía pero sí una incitante invitación: nuestra democracia no puede resignarse a ser lo que los corruptos y los autoritarios plantean como realidad inevitable; por el contrario, la política sí puede estar vinculada con valores éticos y cívicos. Tal es la lección que podemos extraer de una obra que está viva y que tiene mucho que ofrecernos en momentos en que la simpleza y el cinismo parecen imponerse como triste ideario.
>> Fuente: La República