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Entrevistas 27 de abril de 2021

En plena incertidumbre sobre el resultado de las elecciones presidenciales y, frente a la necesidad de entender esta polarización social, conversamos con Sinesio López, sociólogo y docente durante 40 años en la PUCP, quien advierte escenarios complejos si no se aprende del pasado. 

¿Qué tan predecible encuentra el actual escenario en esta segunda vuelta? 

Si bien estas elecciones poseen algunas peculiaridades, tiene algo muy general: si mira la geografía electoral, notrará que los votos de Pedro Castillo son muy parecidos a los que obtuvieron Mendoza en el 2016, Humala en el 2011 y 2006; y también Toledo en el 2001. Estos escenarios electorales son producto del neoliberalismo. Los que votan parecido en la sierra -y en la sierra sur sobre todo – son los ciudadanos descontentos y contestatarios; mientras lo que obtiene la derecha de Keiko Fujimori, López Aliaga y De Soto en el 2021 es casi lo que obtuvieron Keiko Fujimori y la alianza Alan García y Lourdes Flores en el 2016. Y es similar a lo de Keiko Fujimori 2011 con otros candidatos de derecha y García en el 2006 y 2001. Hay una constante. Y en el caso de las particularidades, vemos una polarización política mucho más fuerte, en la práctica expresada electoralmente en la noción de “pobres versus acomodados”.

¿Y ciudades costeñas versus sierra y selva?

Claro. La costa en general ha sido más beneficiaria de las ganancias que producía el modelo neoliberal. Si bien no todos son ricos, la clase media hacia arriba se ha sentido más o menos bien con este sistema. Hay una polarización estructural y coyuntural complicadísima y todo eso dentro de un proceso político de mucha fragmentación. Desaparecieron los partidos históricos, desaparecieron los candidatos outsiders, todos fueron sustituidos por lo que existe ahora: partidos-empresa que tienen dueño y cuya franquicia electoral la ofrecen en el mercado. Esta gran fragmentación con 18 candidatos y gran polarización ha radicalizado tanto a la izquierda como a la derecha.

¿Quiénes las representan? 

He visto en la derecha una nueva figura como López Aliaga. En el caso de la izquierda, apunta a Pedro Castillo. Esta es una izquierda, diría, “primitiva”, en el sentido de que no es una izquierda cultivada.

«Los que más sufren en esta polarización son los derechos, especialmente los que tiene que ver con las libertades. Los partidos de centro – quienes suelen defender estos temas – terminaron hundiéndose. Incluso la izquierda de Verónika, más abierta a plantear la defensa de los derechos, ha perdido». 

Castillo no encaja en la figura del llamado outsider.

No, es más bien una persona activa en la vida política, primero como sindicalista en el Sutep, donde se radicaliza, pero sin llegar a ser senderista o algo por el estilo. Que haya participado en la lucha sindical-magisterial no necesariamente significa que sea un hombre del Movadef. Veo ahí una exageración. El problema en realidad es el programa que ha presentado el señor Vladimir Cerrón, que es una propuesta de izquierda, pero para inicios del siglo XX. Se plantea máxima estatización combinada con reivindicaciones muy concretas como mejores salarios y mejores condiciones de trabajo. Pero eso no es un programa de gobierno. Para eso se necesita tener una idea clara de cómo funciona la economía. Más aún considerando que estas elecciones no son una revolución ni son para inaugurar el socialismo. Presenciamos un acto electoral donde al que le toque ganar deberá administrar el capitalismo. Mi impresión es que [la izquierda] no sabe cómo hacerlo. En el pasado, recién en los años 30, después de Keynes, la izquierda comenzó a administrar el capitalismo del lado de la demanda y no de la oferta. En una época de recesión tan fuerte comenzaron a manejar el capitalismo desde el lado de los consumidores. Lo que se necesita ahora es ponerle plata a la gente en el bolsillo para reactivar la economía y el Estado juega un papel importante. En cambio, todo el manejo económico actual ha sido a partir de la oferta, por el lado básicamente de los empresarios. La oferta -hay que decirlo- es el paraíso de los empresarios. Yo tengo la sospecha que el señor Cerrón no maneja bien estos temas, mientras que Castillo tendrá que aprender en plena coyuntura, especialmente ahora en segunda vuelta.

La pandemia también puede generar acuerdos, aunque han sido más bien para multiplicar discursos populistas.

La pandemia ha polarizado, pero al mismo tiempo ha generado una búsqueda de ciertos consensos. Ahí también puede haber acuerdos básicos, por ejemplo, en temas de vacunas y oxígeno. Podría ser un punto de contacto. Pero los que más sufren en esta polarización son los derechos, especialmente los que tiene que ver con las libertades. Los partidos de centro – quienes suelen defender estos temas – terminaron hundiéndose. Incluso la izquierda de Verónika, más abierta a plantear la defensa de los derechos, ha perdido.

Buscando situaciones históricas similares, ¿a qué recuerda este 2021?

Es algo cercano a un 1990, pero sin el outsider. Veníamos de una hiperinflación enorme – ahora es más bien una recesión brutal – con terrorismo y desesperación de la gente. Una época muy complicada donde todo el establishment político fue desapareciendo poco a poco.

También se dice que estamos viviendo a nivel administrativo y político los errores de la guerra con Chile. 

Aunque fue un momento muy complicado, diría que fue una situación más “tranquila” porque no intervinieron todos los peruanos. El mundo andino no participó en esa guerra; más bien fue ninguneado. Por eso, cuando Ricardo Palma escribe a Piérola una carta luego de la guerra y le dice que “los grandes culpables de esta derrota han sido la raza degenerada de los indios”, Gonzáles-Prada le contesta indirectamente diciendo “con qué cara y con qué derecho y moral le puede reclamar a los indios que defiendan la patria cuando ustedes los han desconocido”. Si bien fue una coyuntura de gran crisis no existía como hoy una gran presencia de todos. Aunque, ahora también se ve cierto desinterés pues un 45% de la gente indica que no se siente representada por nadie.

¿Cuál cree que es el principal problema que reclama la población?

La polarización ha generado que se debata entre mantener o cambiar el modelo económico neoliberal sobre otra propuesta. Y en el caso de los grupos que defienden los derechos y la democracia, veo que se encuentran en una situación muy complicada. Tanto la sociedad civil y las universidades tendrán que pelear por la defensa de la democracia y los derechos civiles.

¿Cuál sería el primer paso para salir de esta crisis?

Primero hay que ver quién sale elegido en la segunda vuelta. Por las encuestas vemos a Castillo como una posibilidad. Y no es cierto que vayamos a acabar como Venezuela. Veo muy difícil tener un sistema dictatorial; no creo que Castillo tenga ni capacidad ni recursos. Además, tiene muchos grupos en contra. Quizá estemos más cercanos a parecernos a Bolivia.

Desde su posición como académico, ¿qué faltó estudiar más para evitar o al menos prever esta situación? 

Por un lado, nos faltó ser más exigentes para evitar esta situación y, por el otro, no se le prestó mucha atención a lo que significaba una crisis de representación. Es difícil incorporar a una sociedad con un 80% de informalidad. La economía primaria, neoliberal, exportadora y de servicios es una máquina de producción de informales. ¿Cómo pueden sentirse representados los ciudadanos si ayer fueron vendedores ambulantes, hoy son gasfiteros y mañana serán electricistas? En el siglo XX había representación porque había clases sociales. La pelea de toda nuestra República ha sido buscar una sociedad integrada.

Salir de la pandemia podría ser el primer paso de integridad. 

La pandemia es nuestro enorme desafío. Resolverlo juntos es la clave si queremos sobrevivir.


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