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Opinión 2 de noviembre de 2021

Escribe: Elizabeth Salmón (*)

El 31 de octubre se ha iniciado la XXVI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26). Esta reunión, que fue postergada el año pasado por la pandemia de Covid-19, y que durará hasta el 12 de noviembre, tiene como principales puntos de agenda el asegurar las emisiones cero en todo el mundo para mediados de siglo, mantener el aumento de la temperatura por debajo de los 2°C e incluso llegar a 1,5 °C, mejorar la adaptación para proteger las comunidades y los hábitats naturales, asegurar el financiamiento climático, e impulsar el trabajo en conjunto con actores no estatales.

La situación climática del planeta requiere de manera urgente el cumplimiento de estos objetivos. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) ya ha advertido hace unos meses que el mundo está experimentando cambios climáticos no vistos desde hace cientos de miles de años y que varios de estos no se podrán revertir hasta dentro de cientos de años. El IPCC estimó que la temperatura mundial promedio en los próximos 20 años podría superar un calentamiento de 1,5 °C.

En esta línea, el IPCC señaló que en las próximas décadas el cambio climático se hará más intenso y que llegará a afectar a la agricultura y la salud en un escenario extremo en que se alcance un calentamiento global de 2 °C. Entre los otros cambios que ya se presencian está el aumento o disminución de precipitaciones, inundaciones y sequías, dependiendo de la región, así como el aumento del nivel del mar, el derretimiento de los glaciares y la afectación de los ecosistemas de los océanos, entre otros. Esto ha afectado gravemente a las zonas más vulnerables del mundo, donde la crisis ya ha generado muertes y desplazamientos de millones de personas.

Lo que se puede esperar de la COP26 es conocer el avance de los Estados respecto de los compromisos asumidos en París en el 2015. […] Hasta el momento, se ha comprobado que varios países que cumplen un rol indispensable para el logro de los objetivos asumidos sobre cambio climático aún no presentan sus nuevos compromisos, o bien no cumplieron los aceptados en París. 

Ante este escenario, solo mediante acciones inmediatas y a gran escala se podrá limitar el calentamiento global y sus efectos. De ahí la importancia de la COP26, que muchos describen como nuestra última oportunidad. Uno de los principales retos que se presentan en la COP26 es el conseguir que la comunidad internacional asuma compromisos concretos y de acción inmediata. Si bien varios Estados ya aceptaron el objetivo de emisiones cero, el cumplimiento de las medidas ha sido postergado hasta después de 2030. Se señala además que estas no son concretas y que incluso resultan en ocasiones incoherentes frente a las contribuciones determinadas a nivel nacional, las cuales fueron establecidas en el 2015 mediante el Acuerdo de París y deben actualizarse cada cinco años.

En este panorama, lo que se puede esperar de la COP26 es conocer el avance de los Estados respecto de los compromisos asumidos en París en el 2015. Por otro lado, al haberse cumplido el plazo de cinco años, también se pretende que los Estados presenten los nuevos compromisos adoptados. Hasta el momento, se ha comprobado que varios países que cumplen un rol indispensable para el logro de los objetivos asumidos sobre cambio climático aún no presentan sus nuevos compromisos, o bien no cumplieron los aceptados en París, lo cual genera desde ahora un sentimiento de frustración por parte de la comunidad internacional y especialmente de la sociedad civil.

Esto último guarda relación con otra expectativa más de la COP26, que está relacionada con la justicia climática. Los países más pequeños demandan un mayor apoyo económico por parte de los países más desarrollados. Esto aún no se materializa. Se espera que este apoyo se pueda apreciar tanto en las medidas de mitigación de los países en desarrollo al cambio climático ya existente. Estas medidas resultan necesarias para reducir los riesgos que amenazan a los grupos en situación de vulnerabilidad.

El Perú coincide con esta demanda. La participación del Perú en la COP26 se centra en los temas relacionados al financiamiento climático para la implementación de Nuestro Desafío Climático (NDC), las tareas de adaptación y mitigación, el deber de transparencia respecto del progreso de NDC en los demás países, y la implementación de nuevas soluciones en agricultura, seguridad alimentaria y transferencia tecnológica. Hasta el momento, el Perú ha llevado a cabo varias acciones para poner en marcha NDC, como la instalación de la Comisión de Alto Nivel en Cambio Climático, que asiste a la COP26, y la actualización de la Estrategia Nacional ante el Cambio Climático al 2050.

Ahora, y en el marco de COP26, el Perú se propone asumir compromisos más concretos, ya habiéndose trazado como objetivo la reducción de gases de efecto invernadero al 40% para el 2030, así como el convertirse en un país carbono neutral al 2050. Adicionalmente, el marco institucional peruano se orienta a permitir que actores gubernamentales y de la sociedad civil participen activamente y de manera articulada en la toma de medidas para el cumplimiento de las metas. Pero, como se sabe, el éxito de este esfuerzo solo es posible mediante un compromiso concreto y efectivo, sobre todo de parte de los Estados más poderosos.


(*)Directora ejecutiva de IDEHPUCP