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Opinión 14 de septiembre de 2021

Escribe: Rolando Ames Cobián (*)

Escribí en el Boletín Idehpucp sobre esta polarización justo antes de la última elección[1]. Ella es inédita no sólo por el triunfo del maestro rural Pedro Castillo y el de una izquierda radical (Perú Libre) sino por el fenómeno sociocultural profundo, más allá de lo político. Ahora la imagen está manifiesta. Ande y Oriente, las provincias, se identifican con Castillo y no lo dejarán fácilmente. Lima, el centro de la modernidad y sus recursos, lo rechaza. Prefirió a Keiko Fujimori. Perdió, pero ganó el congreso con tres partidos de derechas. Ellas, sumadas a un centro borroso, son clara mayoría.

Por tres décadas, la economía globalizada fue decisiva en el país. El libre mercado rígido está hoy profundamente cuestionado, pero en ese tiempo crecimos aquí a buen ritmo y desde la política no se formuló alternativas. Ella se redujo a lo electoral. Y, de pronto, en los últimos cuatro meses todo el país vive pendiente de la política. Cuando los actores económicos ponían sus términos, las críticas provincianas no lograron relevancia; ahora ese Perú, menos escuchado, ganó el Ejecutivo. Las encuestas coinciden en que en ambos mundos se siente y piensa bien distinto.[2] Lima y sus medios, especialmente la TV, (“la política mediática” es término que describe bien cómo la gente se informa) son hoy opositores activos. Menos comunicadas, las gentes del interior lucen ahora igual de firmes en su opción. Estamos en este marco.

Seis semanas son poco tiempo para que los nuevos actores cuajen. En lo ideológico Perú Libre es rígido, no comprende la complejidad social actual y no tiene capacidad para actuar en espacios abiertos. En gestión, es obvia la falta de oficio del Gobierno. El conjunto Castillo – Perú Libre, se muestra en movidas distintas de corto alcance, pugnas internas; imagen débil, quizás ganando alguna experiencia. No sólo no estaban preparados para gobernar, sino que su origen regional radical da motivo a los temores – los fundados y los exagerados – de sus adversarios. Han insistido en gobernar con los que tienen, o los que llamen según propia decisión. Ese derecho real choca sin embargo con tiempos para decisiones urgentes en muchos asuntos.

«Los poderes económicos con su influencia sobre los grandes medios de comunicación tienen por cierto responsabilidad decisiva para contribuir a que el debate político alcance un nivel superior.»

En la oposición, la candidata presidencial Fujimori fue muy precaria política y éticamente, cosa que ya ni se recuerda. En el Congreso, el centro parlamentario es débil, pero numeroso. AP y APP, fueron decisivos para dar la confianza al Gabinete, pero no gustan de estrategias firmes; por eso es incierto si sostendrán la opción de ser centro.  Es así difícil ahora prever el futuro del Parlamento. En las derechas, la más radical, Renovación, luce desfasada pero el que haya pegado la imprecisa etiqueta “gobierno comunista” revela la preferencia a ganar sobre la base del miedo. El término comunismo nombra por igual a la antigua URSS, a Venezuela, a Sendero Luminoso o a cualquiera que sea el cuco del momento. Además, la corrupción transversal echó raíces en esta política; no hay que olvidar que está allí y luchar contra su presencia corrosiva.

La negatividad de estas formas de política reciente, será más grave al recobrar ella relevancia. Nuevas formas de intervención pública de otros actores, de la sociedad civil nacional y regional son urgentes para impedirlo. Y nuevos partidos políticos también. Los poderes económicos con su influencia sobre los grandes medios de comunicación tienen por cierto responsabilidad decisiva para contribuir a que el debate político alcance un nivel superior. Si sólo impulsaran a que las derechas compitieran con el Gobierno en atender mejor a las necesidades vitales pendientes de las mayorías, la gente recuperaría algo de la serenidad perdida. Y ellos, mejor imagen. El Gobierno no podría negarse a esta agenda. Acuerdos sobre metas de país frente a asuntos críticos de, digamos, dos años, serían, por ejemplo, noticias de bicentenario.

Estas recomendaciones no van por capricho o por plantear una utopía. Las desigualdades sociales no se reducen en el mundo pese a la pandemia; más bien, se incrementan y revelan un problema sistémico global. Hoy, además de Estados fracasados, hay estallidos de sociedades. Pese a todo, en Perú tenemos delante una representación de hecho acrecentada. Utilicémosla para evitar despeñarnos en el desorden y la corrupción. Los conflictos no resueltos pero reconocidos por ambas partes, pueden permitir que, a través de las elecciones establecidas, avancemos aún dentro de la tensión. Ciudadanos, sociedad civil, Universidades, confesiones religiosas, sí tienen que saber incidir más en medio de este contexto y airearlo. Esto es también muy urgente.


(*) Profesor principal PUCP y presidente de la Escuela de Gobierno. Ha sido senador y comisionado de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Miembro de la Asamblea del IDEHPUCP.

[1] https://idehpucp.pucp.edu.pe/notas-informativas/elecciones-politicas-en-medio-de-la-pandemia/
[2] Encuesta de IPSOS (El Comercio, 13/09/21) Aprobación en Lima: 29%. Resto del país:50% (aprox). Desaprobación, Lima: 62%.Resto del país:37% (aprox) No tiene antecedentes.