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Opinión 5 de marzo de 2024

Por Inés Martens Godinez (*)

¿Qué apocalipsis podría generarse si un día las mujeres no hacemos lo que hacemos todos los días? Así inicia Gala Díaz Langou, magíster en Políticas Públicas y Gerenciamiento del Desarrollo Argentina, una interesante Ted Talk, mientras espera el nacimiento de su primer bebé y se pregunta cómo organizará su vida a partir de ese hermoso y retador momento.

A partir de esta reflexión, hay dos certezas que quiero compartir: i) para que funcione la sociedad alguien debe hacerse cargo del cuidado de otras personas, como niños, niñas, personas adultas mayores y personas con discapacidad en situación de dependencia, y ii) todas las personas hemos necesitado de cuidados y los necesitaremos en algún momento de nuestras vidas.

Siendo un tema al que ninguna persona es ajena, debemos estar conscientes de cómo hemos organizado socialmente los cuidados, preguntarnos si esto es sostenible de cara a cambios sociales como la incorporación de las mujeres al mercado laboral y la reducción de las redes familiares disponibles para cuidar, y a cambios demográficos como el envejecimiento de la población y mayor esperanza de vida, y reflexionar sobre qué debemos hacer al respecto.

Sobre la organización de los cuidados es innegable que esta se ha sostenido, principalmente, en las familias y dentro de ellas en las mujeres, que han asumido estas tareas sobre la base de los roles de género, sin que haya sido visibilizado y mucho menos analizadas sus implicancias en la vida de las propias mujeres, de sus familias y en el desarrollo de la sociedad en su conjunto.

En el Perú tenemos más de 3 millones de personas que se dedican a los cuidados de forma no remunerada, usualmente dentro de sus familias, a tiempo completo o como ocupación principal, por lo que no generan ingresos. El 86% de ellas son mujeres. Además, si analizamos a la llamada Población Económicamente Inactiva (PEI), es decir, quienes no se encuentran dentro de la fuerza laboral ni están buscando empleo, veremos que 3.8 millones son mujeres y que el 70% de ellas se encuentra en esta situación por quehaceres del hogar (OIT 2024) Pero ¿realmente son inactivas?, ¿las labores de cuidado que realizan tienen algún impacto en la economía?, y, sobre todo, ¿tienen otras opciones?

Es importante dejar de lado nuestro sesgo de proyección para analizar el impacto de esta situación. Para esto comparto un dato: las mujeres que más horas dedican a las tareas de cuidado son aquellas de los sectores más pobres (OIT 2024), justamente porque no tienen la opción de delegarlas en otras personas ni servicios de cuidado disponibles y accesibles que les permitan liberar tiempo para generar ingresos. Para ellas y sus familias los cuidados, tal como están organizados, son una condena que las obliga a permanecer en ciclos de pobreza (y también de violencia) por generaciones. Si además pensamos en hogares monoparentales, que al 2017 ascendían a más de 1 millón, 83% de los cuales dirigidos por mujeres (INEI 2019), podemos entender que, si no atendemos los cuidados, las políticas de lucha contra la pobreza tendrán bajo o nulo impacto en esta población 

En el Perú teníamos hacia 2021 una brecha de servicios de cuidado dirigidos a personas adultas mayores y personas con discapacidad en situación de dependencia del 99.8%, y en cuanto a los servicios de cuidados para niños y niñas de 0 a 5 años esta brecha ascendía a 50.7 %, siendo mayor para aquellos de 0 a2 años donde la cobertura, en promedio, sólo es de 8.5% (OIT, ONU Mujeres, PNUD y Unicef, 2023)

Si se asegura la calidad en los servicios y la profesionalización de quienes se dedican al cuidado, esto sería una alternativa segura para los niños y niñas, así como una fuente de trabajo para muchas mujeres y permitiría a otras tener tiempo para generar sus propios ingresos. ¿Esto no sería positivo para la economía? Esta inversión traería retornos económicos y sociales, y desde el Estado se debe tomar acción para ello. 

El bienestar de la sociedad, la reducción la pobreza, de la violencia, de las desigualdades de género y de oportunidades, y el progreso económico sostenible, así como la reducción del desempleo, entre otras metas necesarias, sólo podrán alcanzarse si repensamos la organización de los cuidados y abogamos por la corresponsabilidad del Estado, las familias, la comunidad y el sector privado en ello. 


Bibliografía:

  1. INEI, 2019. «Perú: Tipos y Ciclos de Vida de los Hogares, 2017»
  2. OIT 2024. Estudio de caracterización de las personas trabajadoras del cuidado
  3. OIT, ONU Mujeres, PNUD y Unicef, 2022. Análisis de la demanda y oferta de servicios de cuidado y estimación de la brecha de atención de cuidados en Perú