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Notas informativas 17 de febrero de 2014

“[E]n una época en la que tanto se habla de progreso y civilización (…) ¿no es perentorio insistir en que se han de prevenir o, por lo menos, aminorar sus horrores, no solamente en los campos de batalla, sino también, y sobre todo, en los hospitales, durante esas tan largas y tan dolorosas semanas para los desdichados heridos?”.

A partir de esta cita, Dunant reflexiona acerca de la cada vez más apremiante necesidad de protección del ser humano frente a las atrocidades de la guerra. Se trataba de una meditación llena de lucidez en la medida que el libro en el cual la plasmó, Recuerdo de Solferino, se convirtió en el germen de una organización que nacería con el propósito de brindar alivio a las víctimas de las hostilidades.

La famosa batalla de Solferino fue un conflicto entre franceses, italianos y austríacos en la región norte de Italia que dejó aproximadamente un saldo de 40 000 personas, entre muertos y heridos. Al ser testigo de este fatídico acontecimiento, Dunant regresó a Ginebra para escribir Recuerdo de Solferino y, de este modo, resaltar la necesidad de establecer organizaciones de socorro destinadas a servir de paliativo frente a los horrores de los conflictos armados. Ello dio lugar a la fundación, en 1863, del Comité internacional de socorro a los militares heridos que, en 1880, se transformaría en el actual Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

El Comité Internacional de la Cruz Roja es una organización no gubernamental de carácter humanitario, única y universal en su especie, que se dedica a proteger y asistir víctimas de los conflictos armados y otras situaciones de violencia.[1] En relación a su subjetividad, el CICR es reconocido como un sujeto de Derecho internacional. Como indica Thürer, pese a ser una asociación organizada en base al derecho privado suizo, su personalidad jurídica internacional se deriva de los fines y principios que encarnan sus estatutos: el sufrimiento de cada ser humano debe ser mitigado y prevenido, sin discriminación de ningún tipo. En definitiva, actúa como un agente decisivo en la creación, desarrollo y promoción del Derecho Internacional Humanitario. Es la importancia de este Derecho el que le da a la organización su carácter especial y, en último término, su legitimidad.[2]

Las finalidades de esta organización humanitaria se centran, por tanto, prevenir y aliviar los sufrimientos, proteger la vida y la salud y hacer respetar a la persona humana. Estas tres líneas de acción son clara expresión del principio de humanidad que ha sido formulado en la Proclamación de Viena de 1965, y reafirmado en 1977 a través de la Resolución I, titulada “Misión de la Cruz Roja”, en la XXIII Conferencia Internacional de la Cruz Roja, celebrada en Bucarest.[3] En esta línea, habría que subrayar que la labor de la CICR no se limita a experiencias de conflictos armados como el de Nepal (1996 – 2006), sino que también tiene una participación activa en escenarios de catástrofes naturales, como en Filipinas (luego del tifón Haiyan) o en Somalia.

El CICR se desenvuelve en el marco del ius in bello,- aunque también brinda ayuda y capacitación en situaciones de crisis humanitarias generadas por efecto de la naturaleza-. En este sentido, no se pronuncia sobre la legalidad o legitimidad de las intervenciones armadas que dicen ser de corte humanitario, cuya legalidad es propiamente examinada desde el ius ad bellum.[4]

Es preciso indicar, además, que la actuación de la CICR no es aislada, sino que participa en conjunto con otras organizaciones humanitarias y con la ACNUR. Muestra de esta colaboración entre la CICR y la ACNUR se plasmó, entre otras situaciones, en la guerra de Bosnia (1992 – 1995) y en las crisis de Darfur (2003 a la fecha). Esta complementariedad operativa es, en el fondo, el resultado de la confluencia del Derecho Internacional Humanitario con el Derecho Internacional de los Refugiados.

El CICR ofrece un servicio de asesoría sobre Derecho Internacional Humanitario a los Estados y al público en general y, en esta línea, ha promovido la ratificación de tratados relativos a esta temática, como son los Convenios de Ginebra de 1949 y los Protocolos Adicionales de 1977 (entre otros instrumentos). Al haber logrado que la mayoría de Estados logren ratificar tales tratados, uno de los aspectos que la CICR le ha dado más empuje es el de la incorporación de las normas del Derecho Internacional Humanitario en los ordenamientos nacionales. De esta manera, la CICR alienta a los Estados a establecer mecanismos de vigilancia para el cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario en sus propios sistemas jurídicos.

Dentro de todas las tareas relativas a las del CICR, la de asesorar a los Estados el cómo implementar las normas del Derecho Internacional Humanitario es fundamental porque al día de hoy existen varios conflictos armados y catástrofes naturales en diversas partes del mundo –y, por ende, también aquí en Latinoamérica- que demandan respuestas inmediatas de protección respecto de poblaciones que no participan de las hostilidades y de heridos en campaña. En este sentido, dados los problemas y urgencias humanitarias actuales, las palabras de Henry Dunant conservan plena vigencia, lo que resalta, más que nunca, la trascendencia del Comité Internacional de la Cruz Roja en su 151.° aniversario.  

Escribe: Pablo Rosales, investigador del IDEHPUCP


[1] THÜRER, Daniel. International Humanitarian Law: Theory, practice, context. En: RCADI, tomo 338, 2008, p. 236.

[2] THÜRER, Daniel. Op. Cit., pp. 237 – 239.

[3] PICTET, Jean. Los principios fundamentales de la Cruz Roja. Comentario, Instituto Henry Dunant: Ginebra, 1979, p.19.

[4] RYNIKER, Anne. The ICRC’s position on “humanitarian intervention”. En: ICRC, vol. 83, n ° 842, junio 2001, pp.527-532.