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15 de junio de 2018

[Escribe: Mariella Villasante] Desde 2013, las informaciones sobre los grupos narcoterroristas en el VRAEM (Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro), organizados por los siniestros hermanos Quispe Palomino desde 1999 en el. “Militarizado Partido Comunista del Perú”, se habían hecho bastante raras. De vez en cuando somos informados de capturas de terroristas y/o narcotraficantes, de decomisos de droga, de obras sociales en beneficio de los campesinos de la zona andinos, nomatsiguenga y asháninka (promoción de cultivos de café y otros productos tropicales), y de algunos enfrentamientos o emboscadas que producen muertes.

  • El 5 de agosto de 2015, un sargento fue asesinado por un francotirador en la base de Mazángaro. De otro lado, las “escuelas populares” donde se formaban “pioneritos”, es decir niños soldados, han continuado a funcionar en esta región; aunque tanto el ejército como las autoridades estatales sigan escondiendo a la ciudadanía datos precisos sobre estos lugares de encierro típicos de sistemas totalitarios comunistas y de las bandas narcoterroristas de Colombia.
  • El 23 de julio de 2016, el “camarada Roberto”, Andrés Osco Aspur, fue capturado por agentes de inteligencia del Comando especial del VRAEM. Había sido detenido en Tastabamba (Chungui, La Mar, Ayacucho). Anteriormente, había sido recluido en el penal de Yanamilla en 1998 pero fue liberado en 2004 gracias a un fallo controversial de la Primera Sala Mixta de Ayacucho; en 2007 habría participado en el ataque a la comisaria de Ocobamba, en Chincheros (Cusco) en 2007. Según fuentes citadas por La República, Osco Aspur es muy sanguinario y habría matado más de 30 personas (23 de julio de 2016).

Desde el 7 de junio de este año, estamos enfrentando otro ciclo de violencia del Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP), que quizá esté menos ligado a la funesta ideología comunista, en su versión maoísta, que al narcoterrorismo ordinario. Es decir al comercio de la pasta básica de cocaína, en el cual el Perú participa activamente junto con Colombia y Bolivia. A pesar de la importancia de esos hechos, la manera de enfrentar los remanentes de la violencia terrorista y aquella ligada al tráfico de droga sigue siendo bastante caótica en el país, el Estado y las Fuerzas Armadas se muestran incapaces de eliminar estas fuentes de violencia. Como veremos en esta nota, nuestro país se parece siempre más a Colombia.

El narcotráfico en la región del VRAEM

Según un informe realizado por el Comando especial VRAEM en marzo de 2018, de las 230 toneladas de cocaína que elaboran anualmente las bandas del narcotráfico en esta zona, solo 4,3% (10 toneladas) es decomisada por las fuerzas del orden (La República del 26 de marzo de 2018). Se estima que funcionan más de 150 laboratorios, los más grandes pueden producir hasta 500 kilos de cocaína por semana, y están destinados al tráfico internacional, sobre todo con Europa. Así por ejemplo, el 20 de marzo fueron descubiertos más de 1,600 kilos de clorhidrato de cocaína que una mafia serbia intentaba enviar a Europa por el puerto del Callao. Desde el comienzo del año se han detenido a 156 personas dedicadas al tráfico de drogas. En 2017, ocho policías y dos soldados del ejército fueron asesinados en el VRAEM.

Un alto oficial de la policía declaró a La República que se está reforzando el trabajo de inteligencia y contrainteligencia para capturar a los dirigentes del narcotráfico y a los terroristas que los apoyan, tal como se hizo en el Huallaga. Sin embargo, existen fallas en las instancias de inteligencia gracias a la complicidad de algunos malos efectivos policiales o del ejército que evitan la captura de los jefes organizadores del narcotráfico. A fines de 2014, se capturó al suboficial PNP Manuel Angulo Lozano, que era agente de inteligencia de la PNP e igualmente miembro de una red extranjera que exportaba cocaína. Esta red estaba compuesta por dos colombianos, un uruguayo y un español, que enviaba cerca de 600 kilos de cocaína hacia Europa con apoyo de mafias lituanas. El tráfico de droga es en efecto mucho más fácil en países marginales de Europa, menos controlados y menos protegidos contra las mafias.

En mayo de 2016, seis policías de la comisaría de Tambo (La Mar, Ayacucho) fueron detenidos por intentar extorsionar a un grupo de narcos con 50 mil dólares. En agosto del mismo año, se encontraron los cuerpos de dos policías en Llochegua (Ayacucho), donde habían sido torturados y asesinados por narcotraficantes.

El monto de beneficios de esta actividad criminal es muy alto dada su inmensa demanda mundial: el kilo de cocaína cuesta entre 800 y 1200 dólares en el VRAEM, su precio aumenta 20 veces en Estados Unidos, y cuesta 75,000 dólares en Europa.

Los últimos ataques de la banda del “camarada José” a la Policía en Mazángaro

Veamos los hechos recientes. El 7 de junio de 2018, Día de la bandera peruana, el camarada “José” Víctor Quispe Palomino (57), hermano de los camaradas “Alipio” (Alejandro Borda Casafranca) y “Gabriel” (Marco Quispe Palomino), que murieron en manos del ejército el 12 de agosto de 2013, organizó una emboscada destinada a matar a los ocupantes de un vehículo policial. Una carga explosiva fue enterrada en la carretera y accionada a control remoto a 20 km de Anco (Huancelica), en la ruta de Huanta a Huancayo. Cuatro policias murieron: Humberto Matencio Gutiérrez, Marco Antonio Cisneros Candia, Felimón Manuelo Landeo y Adolfo Casas Llanco. En días previos al ataque, el “camarada José” había hecho público un video en el cual amenazaba con nuevos atentados en el VRAEM, diciendo a los soldados/policías, “defensores de las clases opresoras”: “los aniquilaremos”. (La República del 10 de junio, Caretas del 14 de junio).

Ver infografía: Nueva estructura del Militarizado Partido comunista del Perú (La República, 10 de junio)

Esta zona de Vizcatán es la puerta de entrada a la región controlada por el camarada “José” en la selva de Ayacucho, y el Comando especial del VRAEM (CEVRAEM) había instalado una base en Mazángaro desde 2008, lo cual perturbaba la circulación de los traficantes en las plantaciones y en los laboratorios de producción de pasta básica de cocaína. Finalmente, hace ocho meses, el CEVRAEM decidió desplazar la base dos kilómetros y darle un nuevo nombre: Nueva Libertad (Vizcatán, Satipo, Junín) (La República del 12 de junio).

El Ministro del Interior, Mauro Medina, llegó a Anco el viernes 8 y declaró que tres de los cuatro policías habían sido rematados con disparos. Según él, este ataque es una represalia por las recientes incautaciones de pasta básica de cocaína (52 toneladas en 2017 y 27 toneladas en lo que va del año) (Caretas del 14 de junio). Pero no agregó ninguna información sobre la estrategia actual del gobierno en el VRAEM.

Luego, el 11 de junio, las bandas armadas del narcoterrorista “José” atacaron la base Nueva Libertad, seis soldados quedaron heridos y fueron enviados por helicóptero a la base del CEVRAEM en Pichari (La Convención, Cusco). Actualmente, el ejército ha desplegado operaciones para capturar a los atacantes (Doris Aguirre, La República del 12 de junio de 2018).

Hasta el momento se han identificado diez miembros del MPCP, cinco dirigentes: Jorge Quispe Palomino, camarada “Raúl”, la “camarada Olga”, el “camarada Antonio” y el camarada “Julio Pucañahui”. Y cinco militantes: “Vilma”, “Edgar”, “Julio Chapo”, “Oscar” y “Mendoza” (La República del 10 de junio de 2018). [Ver la Infografía].

El abandono del frente del VRAEM o la política del avestruz

Durante los últimos años, hemos observado una abandono constante del frente militar y narcoterrorista del VRAEM; como sabemos, las contiendas políticas asociadas a la corrupción y al pésimo orden político nacional (tanto a nivel del ejecutivo como del Congreso y su mayoría fujimorista) dominan la vida política peruana desde 2016.

En realidad, hay que reconocer que el único gobierno que ha logrado resultados efectivos en esta región de la selva central ha sido el gobierno de Ollanta Humala; pues, como lo nota Doris Aguirre, desde 2013, las fuerzas del orden no han vuelto a reeditar un golpe tan devastador a la dirigencia de los narcoterroristas. Dicho esto, los programas de sustitución de cultivos de coca son desarticulados; el gobierno de Humala introdujo el programa de reconversión de cultivos que paga 640 soles a los campesinos por hectárea que dejan de cultivar; pero los resultados fueron inversos, las hectáreas de coca han aumentado de 17,000 a 22,000 según la Oficina de Naciones Unidas contra la droga y el delito (ONUDD, Caretas del 14 de junio).

Según un informe del ONUDD y de DEVIDA publicado en diciembre de 2017, el cultivo de la coca en el Perú ha aumentado en 9% durante el año 2016. Nuestro país es el segundo mayor productor mundial de hoja de coca; en Colombia, el mayor productor de coca, se registró un aumento de 52% de cultivos; y en Bolivia aumentaron en 14%. En ese contexto, el VRAEM es el mayor centro de cultivo de coca del país, representando 46% de todos los sembríos de esta planta (Gestión del 5 de diciembre de 2017).

Pero eso no es todo, hay problemas graves hasta en el abastecimiento de material militar que debe servir a organizar correctamente la lucha anti terrorista en el VRAEM. En efecto, en diciembre de 2015, las Fuerzas Armadas hicieron un contrato con la empresa alemana Rheinmetall Man Military que debía vender 338 vehículos de transporte militar destinados al VRAEM. En la primera entrega, el Ejército esperaba 70 vehículos militares (48.4 millones de euros) y la Marina de Guerra había adquirido 30 unidades (5.2 millones de euros); el resto debía ser recibido hasta mayo de 2017. Sin embargo, el 19 de julio de 2016, con un retraso de cuatro meses, la empresa alemana entregó solamente 66 vehículos. El incumplimiento del contrato ha ocasionado retrasos en las operaciones que debían llevarse a cabo con dichos medios de transporte militar. La empresa debía pagar 10% del valor del contrato por no haber cumplido con las fechas de entrega; pero no se sabe como terminó esta triste historia pues las Fuerzas Armadas no dieron más información (La República del 21 de julio de 2016).

Carmen Masías, jefe de DEVIDA, ha confirmado las carencias alarmantes de la Policía en el VRAEM, y en un informe reciente al Ministro del Interior, Mauro Medina, declara que “no tienen computadoras, carros, ni presupuesto suficiente.” (Caretas del 14 de junio). Según Masías es hora de repensar la estrategia utilizada hasta ahora, combinando mejor la fuerza represiva con los programas de desarrollo. La nueva estrategia necesita un acuerdo entre la Policía, las Fuerzas Armadas, el Ministerio Público y el Poder judicial, es decir implantar el Estado en una zona caracterizada por la gran pobreza, un terreno bien aprovechado por el narcotráfico y el “senderismo”. Según el Plan de desarrollo del VRAEM realizado por el CEPLAN, 46% de los niños de 6 a 13 años tiene anemia, 17% de la población sufre de malnutrición. Notemos que la revista Caretas utiliza los términos “Sendero Luminoso” y “senderismo” en el artículo consagrado a los ataques recientes en el VRAEM, lo cual no es pertinente pues se introduce la idea falsa que Sendero Luminoso, en su versión original, sigue existiendo. El autodenominado MPCP no tiene las bases ideológicas maoístas del viejo SL que todavía defienden los patéticos Abimael Guzman, Elena Yparraguirre y sus secuaces en la cárcel y fuera de ella.

En fín, la permanencia de bandas armadas que sirven de sicarios o de socios comerciales a los narcotraficantes del VRAEM es bastante incomprensible si se toma en cuenta la relación de las fuerzas en presencia. Por un lado, entre 300 y 400 hombres armados del MPCP y del otro más de 8,000 soldados y/o policías destacados en 52 bases militares, con 13 helicópteros del Ejército y 2 de la Policía (Caretas del 14 de junio).

Reflexiones finales

  • Las élites políticas que gobiernan el país no parecen realmente preocupadas por la erradicación de la violencia terrorista, estrechamente asociada al narcotráfico en la región del VRAEM, y también en las zonas del Huallaga y del nuevo foco de expansión del narcotráfico de la cuenca del río Putumayo, cerca de la frontera con Colombia, donde circulan disidentes de la guerrilla colombiana de las FARC (Caretas del 14 de junio). Las luchas políticas centralizadas en Lima entre fujimoristas, y/o entre ellos y los demócratas del país parecen haber hecho desaparecer las urgencias de las zonas abandonadas del Perú, sobre todo aquellas situadas en la selva amazónica. El VRAEM y el Huallaga son sin embargo dos de las zonas que más han sufrido durante la guerra interna, junto con Ayacucho, y donde han habido miles de muertos civiles a manos de los militares y de los senderistas sanguinarios. El VRAEM sigue en guerra, aunque se trate de una guerra de “baja intensidad”, y esta guerra tiene lugar “lejos de Lima”, por ello los muertos militares o civiles no tienen importancia ni para las élites del gobierno, ni para los dirigentes políticos.
  • Las fuerzas del orden, que controlan efectivamente la región militarizada del VRAEM, se muestran totalmente incapaces de organizar una respuesta contundente contra los remanentes terroristas que se han aliado a los narcotraficantes. Ambas bandas de criminales continúan sus actividades de reclutamiento forzado de niños y de mujeres, así como de producción de pasta básica de manera bastante tranquila. Al desorden de las fuerzas del orden se añade la corrupción de altos mandos que evitan la captura de los jefes del narcotráfico a cambio de sumas importantes de dinero. Es quizá por esta razón que para los dirigentes de las fuerzas policiales y del ejército no sea urgente afrontar y neutralizar a los 300-400 narcoterroristas.
  • Actualmente, los narcoterroristas de la banda de Quispe Palomino tienen un discurso político minimalista, en realidad ya no les interesa “captar militantes”, como otrora, solo quieren criar y formar niños soldados que les sirvan de carne de cañón en las contiendas, y que sean sus futuros dirigentes, como es el caso con la generación actual, nacida y criada en las “escuelas militares “ del VRAEM. El nuevo ciclo de violencia que han empezado el 7 de junio contra las fuerzas del orden parece indicar su voluntad de inspirar temor en las poblaciones y mostrar sus (mejores) capacidades militares a los militares…

Mariella Villasante es antropóloga e investigadora asociada al Idehpucp. Actualmente termina un nuevo libro en francés [Chronique de la guerre civile au Pérou, 1980-2000, L’Harmattan, 2018. Prefacio del Dr. Salomón Lerner Febres]. Responsable de la traducción francesa del Hatun Willakuy, Le Grand Récit de la guerre interne au Pérou, Paris, L’Harmattan, 2015. 


Referencias citadas

— Doris Aguirre, La República del 10 de junio de 2018 https://larepublica.pe/politica/1258375-terrorista-jose-amenaza-ataques-fuerzas-orden