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25 de enero de 2022

La pandemia de Covid-19 ha infectado 334,1 millones de personas en el mundo y ha provocado al menos 5,5 millones de muertes. A nivel mundial, el Perú es el país con el más alto nivel de mortalidad en relación con su población: 6,366 muertos por un millón de habitantes, es decir 203,645 fallecidos. Actualmente se estima 83,410 casos por millón de habitantes; es decir 2,7 millones de casos. En el mes de enero ha comenzado la tercera ola de la pandemia en el Perú, con un aumento de 68% de casos (casi 50 mil nuevos casos en las últimas dos semanas). Este nivel es sumamente alto en relación con la primera ola que tuvo un pico de 9 mil casos (septiembre de 2020) y con el pico de la segunda ola que fue de más de 19 mil casos (abril de 2021). En América del Sur, el país más afectado sigue siendo el Brasil, con 23,2 millones de casos, 621,803 muertos, 2,968 muertos por millón de habitantes y una evolución de +52% en enero de 2022[1]).

Desde el mes de noviembre de 2021, la nueva variante del coronavirus SARS-CoV2, bautizada Ómicron (la OMS utiliza el alfabeto griego para nombrar las variantes), se extiende en Europa, obligando a los gobiernos a reinstaurar las normas de protección, en particular el uso de mascarillas en lugares cerrados y en las calles de las grandes ciudades, e incentivando las vacunaciones de la tercera dosis de las vacunas contra el Covid-19. Es importante tener en cuenta la situación sanitaria que se atraviesa Europa en este invierno, pues la expansión del Covid-19 en este continente prefigura su desarrollo en América Latina. Sabemos en efecto que la variante Ómicron ha llegado a nuestra región y que se está expandiendo a gran velocidad en este verano austral. No obstante, es probable que otra ola se reproduzca con mayor fuerza en el invierno próximo, entre junio y agosto. Por ello es significativo observar la situación europea, que presenta varias semanas de adelanto respecto a los otros continentes del mundo.

La expansión del Covid-19 en Francia: todavía no se ha llegado al pico de la quinta ola

Desde el inicio de la pandemia y hasta el 18 de enero de 2022, el del SARS-CoV2 ha infectado al menos a 14,74 millones de personas en Francia (65 millones de habitantes) y ha provocado 127,638 muertos. A nivel nacional, 50 millones de personas han sido vacunadas en el país con dos dosis, y cerca de 30 millones han recibido la tercera dosis de refuerzo (Le Monde del 18 de enero de 2022).

En la primera semana de enero de 2022 la cifra de infecciones en Francia ha alcanzado cifras récord: la incidencia promedio fue de 269,500 casos por día. Entre el 3 y el 9 de enero una persona sobre cinco era positiva al Covid-19. Esta alza inédita de incidencias ha incumbido todas las clases de edad; sobre todo los adultos jóvenes de 20-29 años (+44%); y ha progresado mucho entre los niños pequeños de 0-9 años (+132%) y entre los niños y adolescentes de 10-18 años (+104%).

Los especialistas de la Salud Pública en Francia (SPF) consideran que el pico de la quinta ola que atraviesa el país no se ha alcanzado todavía, se franquea aún la fase de crecimiento de la circulación viral, con predominancia de la variante Ómicron (90% de pruebas de descarte). No obstante, en ese sombrío contexto aparece una luz de esperanza pues las contaminaciones empiezan a bajar en dos regiones (Ile-de-France o región parisina y en la isla de Córcega) (Le Monde del 17 de enero de 2022[2]).

La variante Ómicron coexiste con la variante Delta

La variante Ómicron se expande en el mundo pues su nivel de contagio es altísimo. Una persona puede contagiar a 10 otras; en cambio la variante Delta contagia a entre 6 y 8 personas. Esta situación hace más difícil concretar el objetivo de alcanzar la inmunidad colectiva, sobre todo porque Ómicron es capaz de reinfectar a una persona que ha sido vacunada o que ha superado el Covid-19. No obstante, según el Dr. Arnaud Fontanet, director de la unidad de epidemiologia del Instituto Pasteur de París, no se puede excluir que la variante Delta regrese con fuerza en las próximas semanas. En efecto, la mayoría de los pacientes admitidos en UCI en Francia han sido contaminados con la variante Delta (70%) y en menor medida con la variante Ómicron (30%). El Reino Unido, que tiene dos semanas de adelanto respecto de Francia, el número de decesos cotidianos comenzó a bajar desde el 15 de enero, pero se mantiene a un nivel todavía alto, con 287 decesos cotidianos en promedio; el pico fue alcanzado el 12 de enero (392 muertos) (Le Monde del 18 de enero de 2022).

La variante Ómicron es mucho menos grave que la variante Delta y produce menos hospitalizaciones, salvo entre las personas de más de 80 años y los pacientes con diversas dolencias crónicas. A pesar de ello, el director de la Organización Mundial de Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha declarado que la pandemia de Covid-19 está muy lejos de haber terminado, precisando que, a pesar de ser menos letal, la variante Ómicron puede rebasar los hospitales del mundo y que nuevas variantes pueden aparecer. Por ello recomienda mucha prudencia, pues ningún país ha superado esta pandemia (BFM 18 de enero de 2022).

La nueva variante es muy diferente de las formas anteriores de coronavirus; ha aparecido en África del Sur y se ha expandido en primer lugar en Estados Unidos, Reino Unido y Dinamarca, luego en toda Europa. No se trata de un “descendiente” de las variantes Alfa, Beta o Gamma, se trata de una evolución paralela a partir de un virus que circulaba en junio de 2020 (Florence Rosier, Le Monde del 26 de diciembre de 2021[3]). Los síntomas son diferentes: dolor de garganta y, en algunos casos raros, erupciones cutáneas, pero no se llegan a ver afectados los pulmones. A ello se añaden: fuerte fatiga, dolor de cabeza y dolores musculares, rinitis y fiebre. Esos síntomas son similares a una fuerte gripe, por lo cual sólo una prueba PCR puede determinar si la persona ha sido infectada con el Covid-19 en su variante Ómicron.

En Francia, las nuevas hospitalizaciones han aumentado en la primera semana de enero (+17%) y las admisiones en Unidades de cuidados intensivos (+7%). La proporción de esas hospitalizaciones es mucho más débil que en las olas anteriores. Hasta el 16 de enero, había 24,887 pacientes hospitalizados, entre los cuales 4,000 estaban en UCI. A título comparativo, se contaban 5,000 pacientes en cuidados intensivos en el pico de la segunda ola; cerca de 6,000 en el pico de la tercera ola y cerca de 7,000 durante la primera ola. La mortalidad de esta pandemia es todavía significativa, con un promedio cotidiano de 218 decesos en la semana del 10-16 de enero. Desde el 15 de noviembre de 2021, al inicio de la quinta ola, hasta el presente, se contaron cerca de 9,000 muertos (Romain Imbach, Le Monde del 18 de enero de 2022[4]).

En fin, el Dr. Arnaud Fontanet considera que el proceso actual refuerza nuestra inmunidad. En efecto, las personas que han sido infectadas por la variante Ómicron están protegidas, al menos en parte, contra la variante Delta que es mucho más letal. En segundo lugar, el Dr. Fontanet recuerda que las vacunas y las infecciones no anulan las reinfecciones ulteriores pues no tenemos inmunidad total, por lo cual el Covid-19 va a continuar circulando y en los años venideros tendremos epidemias de Covid-19 en las estaciones de invierno. No obstante, a la llegada de cada ola, nuestra inmunidad será reforzada y podemos esperar que no veremos las formas graves actuales que obligan a tomar medidas sanitarias estrictas para proteger los hospitales (France Inter, 17 de enero de 2022[5]; Florence Rosier, Le Monde del 10 de enero de 2022[6]).

El nuevo carné de vacunación obligatorio: el Estado francés impone restricciones mayores

La situación sanitaria puesta nuevamente en peligro por la emergencia de la variante Ómicron, ha llevado a las autoridades francesas a demandar a las cámaras de diputados y de senadores debatir sobre el proyecto de un carné de vacunación más restrictivo que el certificado actual, incorporando la obligación de la tercera dosis a los adultos e imponiendo dos dosis a los mayores de 16 años para entrar en lugares públicos, utilizar los medios de transportes, trabajar en lugares cerrados y viajar al extranjero.

Actualmente, 77% de los residentes en Francia han recibido las dos dosis de vacuna y 38% las tres dosis. La vacunación de los niños de 5 a 11 años (5,8 millones) con dosis de Pfizer-BioNTech pediátricas (un tercio de la dosis de los adultos) ha comenzado el 22 de diciembre, pero solamente 2% ha recibido una dosis de la vacuna porque los padres son reticentes; en cambio 80% de los adolescentes de 12 a 17 años [4 millones] ya han sido vacunados. Los niños pequeños recibirán una sola dosis y los adolescentes dos dosis. Precisemos que los centros educativos han funcionado normalmente desde el inicio del año escolar en septiembre de 2021 siguiendo los protocolos de protección establecidos por el Ministerio de Salud. No obstante, cuando se descubren casos de contaminación las clases presenciales se cierran y continúan por internet. En la semana de retorno a clases de enero de 2022, se ha diagnosticado 180 mil casos de contaminación de niños y adolescentes, entre los cuales 15,500 casos de niños de 3 a 5 años. Hubo cerca de 500 casos de hospitalización y, por fortuna, los casos graves son raros.

Los debates en el Parlamento francés sobre la instauración de un certificado de vacunación a partir de 16 años han durado dos semanas y han sido bastante fuertes, oponiendo algunos políticos (de derecha y de izquierda) que se oponen a la “obligación” de las vacunas a aquellos, mayoritarios, que salvaguardan la defensa del bien general. Como en otros países europeos, en Francia existen grupos de personas que, por diversas causas (egocentrismo, anarquismo, extremismo, ignorancia y/o incultura) se oponen a la vacuna desde el inicio de la pandemia, pero se encuentran en situación muy minoritaria. El 16 de enero, el Parlamento ha adoptado el proyecto de ley que instaura el Pasaporte de vacunación con 215 votos a favor y 58 votos en contra (de partidos de izquierda y de extrema derecha) y 7 abstenciones. Se trata de un documento oficial (en versión digital o impresa) que certifica que la persona ha recibido todas las dosis de vacuna contra el Covid-19 (dos dosis, una dosis de refuerzo; o una dosis y un refuerzo en caso de haber contraído la enfermedad).

Reflexiones finales

  • La humanidad entera se encuentra fatigada luego de dos años de pandemia que han alterado la salud física y mental de las poblaciones, paralizando enormes sectores de la economía, alterando las actividades y las relaciones sociales, todo lo cual ha aumentado dramáticamente la pobreza, la desigualdad y el hambre en las sociedades del Tercer Mundo, pero también entre las clases medias e indigentes de los países del Norte. No obstante, los científicos que trabajan sobre el Covid-19 se declaran optimistas, estimando que en 2022 el impacto de la pandemia sobre la salud mundial será atenuado y no peor que en los años precedentes. La esperanza actual es que se adquiera la inmunidad colectiva para resistir mejor a las metamorfosis del SARS-CoV-2. La pandemia se transformará entonces en epidemias invernales similares a la gripe y provocarían cada vez menos formas graves, salvo entre las personas vulnerables y no vacunadas.
  • Esta pandemia de Covid-19 no se ha terminado; estamos en un periodo de transición que puede durar varios meses y tener efectos diferentes según las políticas públicas adoptadas para su contención. Ante la incertitud de la evolución de esta enfermedad viral, es prioritario tomar en cuenta los estudios científicos y las recomendaciones médicas; pero sobre todo debemos continuar adoptando los dispositivos protectores: las vacunas periódicas, las protecciones con mascarillas en interiores y la distancia social. Las medidas adoptadas por el Estado francés son positivas pues reafirman la prioridad del bien general de la población y la urgencia de aceptar las restricciones para superar la pandemia y retomar progresivamente un modo de vida social normal.
  • En nuestro país, a pesar de la gran inestabilidad política, las medidas sanitarias adoptadas desde 2020 han sido correctas (a pesar de los diversos errores observados) y los esfuerzos por masificar las vacunaciones han sido significativos. Sin embargo, ha sido y sigue siendo imposible controlar el uso de mascarillas y mantener las distancias sociales en los lugares públicos, sobre todo en los medios de transporte masivo, que son extremadamente caóticos.

Hasta ahora, la tercera ola no está produciendo los casos graves que se presentaron anteriormente, con hospitales saturados y falta de oxígeno para salvar a los enfermos graves de Covid-19. Esto se debe, muy probablemente, a la expansión de la variante Ómicron que es menos letal que la variante Delta. No obstante, teniendo en cuenta la situación en Europa y en Francia, es preciso prever una nueva ola en el próximo invierno. Entretanto, las vacunaciones masivas a adultos, adolescentes y niños, y las dosis de refuerzo son el principal medio de protección de las formas graves de Covid-19 de las poblaciones urbanas y rurales del Perú. La pandemia nos ha mostrado las grandes brechas de desigualdad en el acceso a la salud, a la educación y a los medios de transporte que perduran en nuestro país, en particular en las zonas rurales y entre los pueblos originarios de la Amazonía y de los Andes. Esperemos que del desastre sanitario germine una nueva conciencia ciudadana de la urgencia de construir una nación inclusiva y solidaria, y un Estado que priorice las condiciones de vida decente de todos los peruanos y de todos los residentes en nuestro país.


[2] Florence Rosier y Camille Stromboni, Le Monde del 17 de enero de 2022, Un soupçon d’espoir dans les chiffres de l’épidemie https://www.lemonde.fr/planete/article/2022/01/15/covid-19-une-etincelle-d-espoir-dans-les-chiffres-de-l-epidemie_6109571_3244.html