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Entrevistas 15 de septiembre de 2020

A pesar de siete meses en aislamiento social obligatorio, el Perú se encuentra entre los primeros países con mayores cifras de contagios a nivel mundial. A su vez, acumula decenas de fallecidos a diario. Las últimas noticias, como la muerte de 13 asistentes a una discoteca y las constantes imágenes de personas que no acatan las órdenes sanitarias, nos obligan a preguntarnos: ¿es posible cambiar la conducta de las personas súbitamente? Consultamos al psicólogo social Jorge Yamamoto sobre esta posibilidad.

Recientemente el gobierno ha lanzado la campaña “No seamos cómplices” en la que se indica a las personas que de no respetar la distancia social serán sus familiares quienes sufran las peores consecuencias ¿Qué lectura tiene sobre la campaña?

La respuesta científica es que se requiere hacer un piloto para evaluar su impacto. Más aún, considerando la importancia del tema y que se gasta en ella una millonada de nuestros impuestos, se requeriría una prueba experimental – control aleatorizado. Ninguna autoridad ha dado esta respuesta técnica. Por otro lado, la literatura científica indica que cuando se apela al miedo, se genera bloqueo y el mensaje no es procesado. Hay una línea muy delgada entre la atención y el cambio como efectos del miedo. Se ha dicho en los medios que el miedo nunca cambia conductas. Eso no es correcto. Campañas como la del cambio de hábitos de manejo en España o la de Cambio 90 vs FREDEMO son algunos casos. Por otro lado, una campaña basada en miedo debe terminar señalando cuál es la conducta salvadora: qué hacer para no morir. Lo que presenta el gobierno no señala el camino de salida. Es como decirle a un adolescente que no obedece: “no me haces caso… muérete”. El mensaje debe ser: “te vas a morir (miedo), mantén la distancia física (conducta salvadora) y mantente conectado socialmente a la distancia (camino alternativo para satisfacer la necesidad detrás de la conducta)”.

Así como el rechazo a ver gente fumando en lugares públicos o conducir sin usar cinturón de seguridad, ¿es posible convertir actividades sociales como las fiestas o las reuniones familiares en conductas objetadas socialmente?

El cambio de conducta de corto plazo funciona con un proceso en el cual 1) hay una señalización de la conducta, 2) el costo por infringirla, 3) una consecuencia. En el caso del cinturón, se dio una campaña en la cual primero se indicaba la multa, que no era una bicoca, y segundo, sistemáticamente los policías te detenían sin no manejabas con cinturón. Sea que pagaras multa o una coima, igual era una consecuencia negativa por evitar. Entonces, si se impusiera una multa de, digamos, 4,000 soles al organizador de la fiesta y 500 soles a los asistentes; si se generara una campaña de medios para que todos lo sepamos; si se estableciera una línea dedicada para recibir denuncias de los vecinos, y si la policía tuviera un protocolo de intervención rápida, con efectivos suficientes para atender las denuncias y hacerlas cumplir, en tres semanas se reducirían de forma significativa las reuniones sociales, sea por el costo de pagar la multa o la coima. Recordemos que hay declaraciones de los sobrevivientes de la tragedia de Thomas Restobar que señalaban que algunas personas salieron primero porque “pagaron”.

Durante meses se viene estigmatizado a grupos de personas por su supuesta condición socioeconómica. Luego vemos el video del joven insultando a un agente de serenazgo que lo incrimina por no llevar la mascarilla. ¿Cree que seguir viviendo en sensación de impunidad está relacionado con el aumento de contagios en el país?

En nuestros estudios, sistemáticamente aparece que el peruano promedio de ciudad grande hace lo que le da la gana hasta donde se le permite. Esto se aplica al antro, al matrimonio evangélico en pueblo joven y a la parrillada en Mamacona. Más aún, algunas teorías plantean que esta tendencia proviene de los privilegios de la clase alta, que piensan que la norma no es aplicable para ellos, lo cual es imitado por los demás sectores socioeconómicos hasta volverse un hábito nacional motivado por la búsqueda de estatus. Evidencia a favor de esta idea es la verbalización de cierto tipo de personaje que de vez en cuando es grabado ninguneando a la autoridad, fanfarroneando sobre sus supuestos indicadores de estatus como su trabajo, su plata, su supuesta blancura y, paradójicamente, su educación. Por cierto, creo que para la policía nacional resulta más complicado allanar una paella en Mamacona, pues puede haber entre los asistentes algún amigo de general o congresista que perjudique su carrera.

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