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Entrevistas 25 de enero de 2022

Foto: PuntoEdu

Por Juan Takehara (*)

En estos días en que el cuidado del medioambiente reaparece como un tema de urgencia y de gran preocupación para la ciudadanía y autoridades, cobra especial interés la entrevista que realizamos hace algunas semanas a Ian Vázquez Rowe, doctor en Ingeniería Química y Ambiental, docente del Departamento de Ingeniería y miembro del comité directivo de la carrera de Ingeniería Ambiental y Sostenible PUCP, sobre los principales problemas que se avecinan ante el cambio climático, qué nos espera si no se toma conciencia global y qué podemos hacer como ciudadanos.

Las campañas de concientización relacionadas al medio ambiente suelen dirigirse al consumidor final. ¿El cambio real se originará en la conducta de la ciudadanía o depende más del compromiso ambiental de las grandes compañías?

Por un lado, cualquier acto de responsabilidad ambiental individual o colectivo es bienvenido. Puedes reciclar, es decir, intentar separar los residuos que generas en casa, también ser consecuente con la energía que consumes con el transporte terrestre o aéreo y estar dispuesto a pagar un 5% para viajar de manera directa de un continente a otro, en vez de hacer dos o tres escalas donde al final haces más kilómetros y más consumo. Todo eso es muy positivo. También se habla mucho de descarbonizar nuestra dieta. Hay ciertos alimentos que tienen una huella de carbono más alta y, aunque no deberían ser eliminados del todo, sí consumirlos con moderación. Todas esas acciones están muy bien. Pero realmente cuando uno ve el comportamiento de las emisiones de gases de efecto invernadero en el planeta, y empieza a buscar culpables, se da cuenta de que la gran mayoría de los ciudadanos no son los principales responsables del cambio climático. Tenemos empresas energéticas que han emitido miles de millones de toneladas de CO2 u otros gases de efecto invernadero y muchas de estas toneladas las han hecho después de que tuviéramos certeza de que estos elementos afectaban el calentamiento global del planeta, y han tardado mucho tiempo en hacer un acto de reflexión interna y realmente tomar medidas para mitigar o revertir todo ese proceso de emisiones que tenían. Sin embargo, tampoco es fácil migrar de un día para otro a otro tipo de energía. Señalo esto con respecto a la inmediatez que necesitamos para que realmente el cambio climático – que ya es inevitable – se haga lo más moderado posible.

Es como estar dentro de una carrera, pero no estamos acelerando.

Sí. Hay como una autopista en donde tienes un carril lento y al lado un carril rápido. Las amenazas avanzan en el carril rápido, pero la acción de muchas grandes empresas y gobiernos, que pueden tomar acciones legislativas para obligar a estas empresas a cambiar sus políticas, van por el carril lento. Mientras ese carril lento no decida adelantarse y pasarse al carril rápido estamos ante un problema. El ciudadano puede hacer acciones para mitigar, pero lo que necesitamos son acciones de gran escala: intervenir sobre las grandes matrices energéticas de los países, los sistemas de transporte, la producción de cemento y otros procesos industriales. Necesitamos una política forestal a nivel planetario, tener una respuesta clara a nivel global sobre los incendios forestales que afectan a todo el planeta y son cada vez mayores, más voraces y ocurren en zonas más templadas. Todo esto no lo puede hacer la ciudadanía; lo tiene que hacer las autoridades. Es decir, los gobiernos estatales apoyados por otras autoridades a menor escala, sobre todo regionales, y también por la sociedad civil y las ONG. Pero tienen que ser acciones piloteadas por los Estados. También falta en los países un consenso ideológico más amplio sobre la importancia de este tema. Llama la atención que muchas veces son los partidos políticos conservadores los más reacios a introducir estos cambios cuando en realidad la acción climática o el intentar mantener la temperatura por debajo de 1,5°C es una acción conservadora, no es una medida progresista.

«Yo puedo tener mis cinco tachitos en casa reciclando muy bien, y sin embargo en Trujillo nada de eso sirve porque todo se irá al botadero de El Milagro»

Para reducir el impacto que produce la contaminación por autos y buses ¿el trabajo remoto debería mantenerse incluso luego de la pandemia? 

No estoy seguro que la solución sea mantener el trabajo remoto para reducir las emisiones de gases en el transporte. Creo que el trabajo remoto demostró más bien que la presencialidad absoluta no es necesaria, pero al mismo tiempo en ciertos países se están olvidando del beneficio de la presencialidad. Existe este debate con la vuelta a las aulas. Realmente nos encontramos en una situación muy crítica en el sector educativo y el superarla nos va a costar mucho más que al resto de los países. Es necesario para la salud de las interacciones humanas volver a lo presencial, que haya cierta normalización. Esto implica más movimiento, aunque parezca contraintuitivo con respecto al objetivo de reducir el impacto ambiental.

¿Las ciclovías pueden ser parte de una solución integral?

Estoy de acuerdo con el proceso de masificación de ciclovías. Lima, a pesar de su extensión, es relativamente llana. Los beneficios ambientales con la masificación de ciclovías sí tiene un impacto. Pero lo que realmente necesitamos es un sistema masivo de transporte, como trenes eléctricos y buses que no contaminen. No tenemos una política clara para introducir esos criterios en un sistema de transporte. Mi recomendación es que la gente, independientemente lo que haga el gobierno, haga mayor vida de proximidad y cultive microhábitos urbanos. Intentemos ocupar más espacios públicos, más humanos y sostenibles y eso va a mejorar la situación. Sin duda, si alguien tiene que ir a la universidad tendrá que usar un transporte determinado, pero realmente no es necesario salir un sábado de un centro comercial para luego ir a otro y luego a otro. Podemos hacer consumo de proximidad o deporte de proximidad, este tipo de prácticas tenemos que alentarlas más y ver cómo se pueden desarrollar.

Aunque exista un ánimo de reciclaje, mucha de nuestra basura termina en vertederos informales. ¿Cuál es el problema actual de este sistema de recojo?

Las emisiones de gas de efecto invernadero ligadas a la gestión de la basura en Perú son muy grandes. Realmente el problema es que tenemos menos de 80 rellenos sanitarios. Sí es cierto que hemos duplicado el número de rellenos en los últimos cinco años. Hay una inversión del Estado y hay cooperación internacional para construir estos rellenos. En 2016 y 2017 Lima y Callao tenían una aceptable gestión sobre el uso de los residuos, pero fuera de la capital la situación es muy mala. Actualmente vemos que se está revirtiendo la situación. Tenemos rellenos sanitarios en Sullana, Tarapoto, Puno, Chancay, Paita, Sechura, y otros lugares. Sin embargo, hoy tenemos en Perú 7 de los 50 botaderos más grandes del planeta. Uno de ellos es El Milagro, en Trujillo, que sigue siendo el destino final de casi todo el residuo sólido urbano de esta ciudad. Lo mismo pasa en Arequipa, Piura y Chiclayo. Las ciudades más importantes del país no tienen un sistema de disposición de sus residuos adecuados. A veces hablamos mucho de las “3 R”: reducir, reciclar, reusar, pero resulta que 4 de las 7 de las ciudades más grandes del país no tienen ni lo mínimo para empezar. Un buen relleno sanitario debe encapsular la basura, pero en las ciudades mencionadas, no se da ese tipo de acciones correctamente. Y hay que mencionar los más de 3 mil botaderos que hay desperdigados en el país. Más de 1,500 están identificados, pero sabemos que hay muchos más. Ese es un problema de primera intensidad. Nuevamente, la acción individual está muy bien, pero yo puedo tener mis cinco tachitos en casa reciclando muy bien, y sin embargo en Trujillo nada de eso sirve porque todo se irá al botadero de El Milagro que, como se encuentra a la intemperie, si hay un huayco, puede acabar vertiendo su contenido en el mar. Lo único recuperable son pequeñas cantidades de plástico y vidrio gracias a los recicladores informales, que es una profesión muchas veces denostada, pero que sí ponen su pequeño granito de arena para que se puedan recuperar ciertos productos de un botadero Nuevamente, necesitamos políticas desde el Estado, necesitamos cerrar la brecha de mala gestión de residuos. No hay que negar que el gobierno peruano en los últimos años ha invertido. Se ha invertido durante los gobiernos de Kuczynski, Vizcarra, y Sagasti y de momento también en el de Castillo al menos se está continuando lo que se estaba construyendo, pero no es suficiente.

«El problema es que el cambio climático, y otros temas ambientales, son un goteo, es decir, no es que sales a la calle y en quince minutos vayas a ver un cambio, a diferencia de la pandemia, que arrasó con todo.»

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU indicó que es un derecho humano el vivir dentro en un ambiente libre de contaminación. ¿Cómo se debe proteger este derecho para vivir de manera apropiada? 

Es una tarea transversal de diferentes ministerios. Los principales son el MINSA, el MINAM, pero también está Produce, MINEDU y, claro, el MEF, quien da el dinero. Como extranjero que vive en Perú hace ocho años, mi impresión es que el gabinete ministerial es muy rígido. Esta promesa del presidente Pedro Castillo de crear el Ministerio de Ciencia y Tecnología no es algo se pueda generar de un día para otro, tiene que haber una propuesta formal y luego ir al legislativo. En otros países no sucede así necesariamente. En España, por ejemplo, el Primer Ministro es la cabeza del gobierno y genera su gabinete como desea. Con Pedro Sánchez muchos ministerios han cambiado de nombre. El Ministerio para la Transición Ecológica anteriormente se llamaba Ministerio de Medioambiente. Ese cambio de nomenclatura es bastante indicativo, es una vicepresidencia de la cual dependen otros ministerios. Sería interesante aquí tener una cierta flexibilidad para cambiar el organigrama de gobierno para que podamos apuntar a una verdadera transición ecológica en el país.

Pero es un liderazgo que debe venir desde arriba.

Sin duda debe ser piloteado desde arriba, pero debe tener una participación muy fuerte hacia el resto. Por ejemplo, es increíble la cantidad de dinero que se derivan a las regiones y que estas no son capaces de gastar. Esto también se observa en materia ambiental. El problema es que el cambio climático, y otros temas ambientales, son un goteo, es decir, no es que sales a la calle y en quince minutos vayas a ver un cambio, a diferencia de la pandemia, que arrasó con todo. Pasamos de febrero 2020 con cierta normalidad a julio del 2020 con miles de muertos. El cambio climático no funciona así. Hay una falsa percepción de tranquilidad, aunque de vez en cuando vemos algunos sustos. Así les sucedió a los alemanes hace pocos meses con las lluvias durante el verano. Lo ven muchos pobladores de las islas del Pacífico cuando se incrementa el nivel del mar, lo estamos viendo en Perú también por cómo se vienen produciendo los incendios forestales. Ese es el principal desafío: que tomemos conciencia que, si no actuamos de manera recurrente y unidos, va a ser muy difícil hacer los cambios necesarios. Sin duda este cambio de organigrama es necesario para que las políticas del Estado lleguen a la sociedad civil de manera más clara, y que no sea anécdotas aisladas.

«En un primer momento Repsol parece un tanto obstruccionista, puesto que la información la hemos ido sabiendo a cuentagotas. El Estado, por su parte, demostró una respuesta errática ante un desastre natural en el que deberíamos mostrar más experiencia, como es un tsunami.»

¿Quiénes serán los principales afectados si la temperatura sigue aumentando en el Perú? 

Como suele pasar con casi cualquier desastre natural, siendo un país muy desigual, los que más van a sufrir los efectos del cambio climático van a ser aquellos que estén en situación de vulnerabilidad. Es difícil que estas poblaciones vulnerables se empoderen sobre este tema cuando históricamente se han visto desplazadas de los canales educativos y generalmente del sistema mismo. Sobre todo, porque muchos han desarrollado una cierta aversión hacia el Estado que todavía es visto como un ente no solidario y no empático. El número de afectados no será menor en el país e irá en aumento porcentual en las próximas décadas. Necesitamos prevención. Así como tenemos planes de contingencia ante sismos o para el fenómeno de El Niño, vamos a tener que desarrollar planes para enfrentar problemas derivados del cambio climático como las sequías, periodos de inundación más severos, nuevas zonas de hambruna.

 ¿Tenemos datos que permitan pronosticar lo que puede ocurrir?

Hace unos años se difundió un cuadro con las temperaturas promedios mensualizadas en Lima. En 1983, por ejemplo, era prácticamente inviable tener en febrero una temperatura mayor a los 29 grados centígrados. Ahora es raro es que tengamos un día de menos de 29 grados en ese mes. La temperatura viene aumentando de manera pronunciada. Es un dato contrastable. Lo que habrá serán muchos barrios en ciertas épocas del año que serán invivibles. Quizá en Lima no vaya a pasar de esa manera, pero ahora tenemos zonas en el país con más de 40 grados y para el 2050 serán días de 46 grados. A ese nivel la vida humana no va a poder sobrevivir. Será necesario aprender a adaptarse a nivel de sociedad, vivienda y transporte. Por eso es tan importante mantener unas condiciones climáticas lo más constantes posibles, porque como humanos sabemos que somos exitosos en ese rango de temperatura. Más arriba, no sabemos si lo lograremos.

(Antes de publicar esta entrevista hemos pedido al doctor Ian Vásquez una actualización en vista del reciente desastre ecológico ocasionado por el derrame de petróleo en las costas peruanas). ¿Cómo observa la respuesta tanto de Repsol como del Estado ante esta grave situación?

En un primer momento Repsol parece un tanto obstruccionista, puesto que la información la hemos ido sabiendo a cuentagotas. El Estado, por su parte, demostró una respuesta errática ante un desastre natural en el que deberíamos mostrar más experiencia, como es un tsunami. Asimismo, el Estado no muestra tener los protocolos o medios tecnológicos y técnicos para enfrentar un derrame de petróleo. Esto hace que gran parte de las medidas de mitigación y remediación se estén llevando a cabo con métodos mecánicos, que no siempre son los recomendables. Además, llama la atención que la respuesta se da desde tierra, sin tomar medidas en el océano antes de que el derrame llegue a las costas, lo cual multiplica los daños ecológicos e incrementa el impacto emocional que estamos sufriendo.

(*) Integrante del área de Comunicaciones.


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